Esta visita a Copenhague en septiembre de 2012, era el comienzo de una ruta espectacular por Suecia, por una zona bastante desconocida pero preciosa. El motivo principal era la firma de un convenio de colaboración con la universidad, pero aprovechamos unos días más de vacaciones para disfrutar de uno de los países más encantadores de Europa.
Por la zona que íbamos a recorrer, el aeropuerto que mejor se ajustaba a nuestras necesidades era el de Copenhague, el vuelo salía bastante económico y además podíamos utilizar el espectacular puente que cruza el estrecho de Oresund, una gran obra de ingeniería.
Copenhague ya lo habíamos visitado en otra ocasión durante más días, pero es de esas ciudades europeas a las que siempre apetece volver. Esta vez sólo disponíamos de un día en la ciudad, pero fue suficiente para caminar por las animadas calles del centro, pararnos en sus plazas, comer en alguno de sus famosos cafés, pasear por el encantador «Puerto Nuevo» hoy convertido en una importante zona de ocio y como no, acercarnos a ver a la archiconocida Sirenita.
Dado que Copenhague tiene una excelente red de transporte público, aprovechamos una buena oferta y reservamos un hotel fuera del centro, total sólo era una noche y al día siguiente recogíamos nuestro coche de alquiler para comenzar nuestra ruta.
Una vez que nos habíamos instalado en la habitación, nos fuimos hasta el centro, al cual llegamos en pocos minutos en un tren que paraba en la misma puerta del hotel. El centro de Copenhague es uno de los lugares más animados del norte de Europa, puedes encontrar multitud de artistas callejeros mostrando todas sus habilidades. Como no teníamos un rumbo fijo para ese día, decidimos caminar e ir disfrutando del ambiente que nos íbamos encontrando.
Un visita a la ciudad puede comenzar por la Plaza del Ayuntamiento, la principal de la ciudad y donde se encuentran algunos de los monumentos más conocidos de la ciudad. El edificio del Ayuntamiento fue inaugurado en 1905, se construyó siguiendo los cánones del modernismo nórdico. En su fachada principal se encuentra la estatua dorada de Absalon, el fundador de la ciudad y en el interior del edificio se expone el reloj universal, obra de Jens Olsen, el cual mediante una serie de mecanismos sincronizados, da la hora de cualquier parte del mundo y algunas horas astronómicas.
También en esta plaza se encuentra el hotel Palace, de estilo modernista y con una alta y estilizada torre de 65 metros de altura.
En la otra esquina se encuentra la torre del Richshuset, conocida como «la chica del tiempo», y es que si el tiempo está agradable, una chica montada en bicicleta se asoma por la torre, sin embargo, si está lloviendo, se asoma protegida con un paraguas.
Al lado del Ayuntamiento se encuentra la estatua de Hans Christian Andersen, autor de célebres cuentos que murió en esta ciudad en 1875.
Enfrente podemos ver el parque de atracciones de la ciudad, Tívoli abierto desde 1843. Es uno de los espacios preferidos de los habitantes de la ciudad, así como también de todos los turistas que la visitan cada año, no sólo por sus atracciones, sino también por los impresionantes jardines. En esta ocasión, como sólo estábamos un día en la ciudad, no entramos a visitarlo.
Una de las calles principales de la ciudad es la calle Stroget, un gran paseo de 1,6 kilómetros a lo largo de los cuales puedes disfrutar, no sólo de la bella arquitectura de Copenhague, si no de sus tiendas y de un gran número de artistas callejeros. Numerosas fuentes aparecen también durante este agradable paseo.
Aprovechamos para comer en el famoso Café Norden, un lugar frecuentado tanto por habitantes de la ciudad, como por turistas, donde preparan unos exquisitos y enoooormes sandwiches con diferentes rellenos,(recomiendo compartir, jejeje)
Antes de irnos a la zona del Puerto Nuevo, pasamos por delante del edificio de la Bolsa de Copenhague, construcción que destaca por su original torre formada por cuatros colas entrelazadas de un dragón. Muy cerca se encuentra el Castillo de Christiansborg, sede del Parlamento.
Llegamos a una de las zonas más pintorescas de la ciudad, al popular barrio Nyhavn (Puerto Nuevo), un barrio encantador con fachadas de colores y lleno de locales donde sentarse a degustar uno de los platos típicos o simplemente a tomar una taza de té.
El barrio de Nyhavn se extiende a lo largo de un canal excavado en 1671 para acercar las aguas del puerto hasta la plaza y así fomentar el comercio. Al inicio del canal hay un gran ancla a modo de monumento por todos los marinos del país muertos durante la Segunda Guerra Mundial.
Las casas que se asoman al canal son del siglo XVIII en su mayoría, y en alguna de ellas vivió el escritor Hans Christian Andersen.
Continuamos la visita hasta la plaza donde se encuentra el Castillo de Amalienborg, residencia de la Casa Real Danesa, allí cada dos horas tiene lugar el cambio de guardia, que se ha convertido en todo un espectáculo para los visitantes.
Continuamos nuestro paseo por el puerto hasta llegar a la estatua más famosa de toda Dinamarca, La Sirenita, un personaje creado por Hans Christian Andersen en uno de sus cuentos. Pasamos por delante de la Nueva Ópera así como por la famosa Fuente Gefión, que representa la creación de la isla en la que se encuentra la ciudad de Copenhague.
Puede que la ubicación en la que se encuentra la famosa Sirenita de Copenhague decepcione un poco, al final del puerto y con unas vistas nada encantadoras, sobre unas rocas y rodeada de grúas y enseres portuarios. Las barcas de turistas se acercan todo lo que pueden a ella para sacar la mejor foto.
Poco a poco volvemos paseando hacia la zona de Nyhavn, una de las más ambientadas de la ciudad. Aprovechamos para sentarnos en una de sus agradables terrazas y tomarnos un té observando el ir y venir de las gentes, locales y turistas. La gente se sienta en el borde del canal y se llevan sus propias cervezas.
Ya casi de noche, volvemos hacia el centro para coger el transporte y llegar hasta el hotel, es momento de descansar y prepararnos para la gran ruta que nos espera en los próximos días.