Durante esta ruta de los cuentos de los Hermanos Grimm, hemos visto pueblos preciosos, pueblos encantadores, pero siempre hay alguno del que te quedas «enamorado» tras el viaje, en este caso ha sido Alsfeld. Quizás tenga que ver con que era un domingo por la mañana cuando lo visitamos, era muy temprano, habíamos madrugado para verlo bien y seguir con nuestra ruta hasta llegar al aeropuerto de Frankfurt a media tarde. Las calles estaban prácticamente vacías para nosotros, las tiendas aún cerradas, sólo algún café había abierto sus puertas, de esta manera pudimos disfrutar del pueblo a nuestra manera, quizás por ello tenga un recuerdo especial.
Todo el pueblo, con sinuosas callejuelas empedradas, es un gran conjunto de casas de entramado de madera con miles de detalles para fotografiar.
La joya arquitectónica de Alsfeld es sin duda su Ayuntamiento (Rathaus), un edificio de estilo gótico que parece sacado de un cuento propiamente dicho. Se encuentra en la plaza principal y con sus torres y sus soportales es el edificio más bonito de la localidad, digno de ser la morada de cualquier princesa de los cuentos de los Hermanos Grimm, aunque en este caso, esta localidad está más relacionada con Caperucita Roja que con princesas, se dice que el traje regional de Alsfeld, que entre otras cosas lleva una capa roja, sirvió de inspiración para la creación de este tierno personaje, de hecho, es en esta localidad donde se encuentra su museo.
Alsfeld tiene un encanto especial y por ello, nos resistíamos a abandonarlo, así que dimos alguna que otra vuelta por su centro medieval disfrutando de las maravillosas casas de piedra y madera, la mayor parte de ellas del s. XIV, alguna con inscripciones en sus vigas.
Con mucha pena dejamos Alsfeld y nos vamos a nuestra siguiente parada del día, Lauterbach, una bonita localidad de esta zona del Hesse, con un buen conjunto de casas medievales. A esta localidad se la relaciona con el cuento de Pulgarcito, y en ella destaca la Stadkirche, una iglesia evangélica construida entre 1763 y 1767, una de las más importantes de la región en estilo rococó.
Antes de partir hacia el aeropuerto para volver a casa, hacemos una última parada en la ciudad de Fulda, antigua ciudad episcopal donde destaca su catedral. La Catedral de San Bonifacio fue fundada en el siglo IX y fue reconstruida a su actual estilo barroco entre 1704 y 1712. Tiene una preciosa fachada clásica, delimitada por capillas y dos altas torres y con la estatua de El Salvador en la cima.
También dimos una vuelta por los alrededores del Castillo de Fulda, una noble residencia barroca reconstruida en la misma época que la Catedral, y junto con ésta, forman el Barrockviertel (el barrio barroco). El Schossgarten (jardín del Castillo), es una preciosa combinación de un jardín barroco y un jardín inglés, y al final del jardín se encuentra la Orangerie, una auténtica joya barroca alemana.
Pero en Fulda no sólo hay Castillo y Catedral, Fulda cuenta también con un centro histórico muy elegante, con un gran número de edificios de entramado de madera muy bien conservados, entre ellos el edificio del ayuntamiento, uno de los más bellos de la región.
Antes de irnos de la ciudad, buscamos un sitio para comer. En su centro histórico, en un callejón tranquilo y con unas mesas en la calle, encontramos un encantador restaurante italiano de los de manteles de cuadros en sus mesas, y allí nos quedamos a comer. Unos exquisitos platos de pasta preparados con mucho gusto fueron nuestra comida principal del día.
Y desde allí pusimos rumbo al aeropuerto de Frankfurt para volver a casa.
Sin duda se trata de una de las rutas más bonitas que pueden hacerse por Alemania, puede hacerse en pocos días y las distancias recorridas no son excesivas, lo que se convierte en un viaje muy cómodo cuando sólo se trata de una escapada de fin de semana largo (en nuestro caso al final fueron cinco días contando el de ida y el de vuelta). Si me tengo que destacar algún lugar de esta ruta, me quedo con Marburg y con Alsfeld, dos de las ciudades con más encanto que hemos visitado en este viaje.