Hoy tocaba la visita a otro de esos lugares que emanan historia por todos los rincones, una parte de la antigua Roma donde la gente acudía a tomar las aguas termales y también a ponerse al día de los acontecimientos que estaban sucediendo, me estoy refiriendo a Las Terme di Diocleziano.
Para llegar hasta allí lo mejor es el metro A y bajarse en la parada de Reppublica, aunque la parada de Termini también está bastante cerca, por si a alguien le viene mejor. (De hecho el nombre de Termini viene de las Termas)
En Roma había varios baños termales, pero fueron las Termas de Diocleziano las más importantes de su época. Fue el emperador Diocleciano el que propuso su construcción allá por el año 298 d. C., y en el año 306 fueron inauguradas con una capacidad para más de 3000 personas. Hoy en día se puede ver parte de la estructura exterior que aún se mantiene en pie y, gracias a las excelentes labores de restauración que se han llevado a cabo durante muchos años, también podemos ver parte del interior de las salas y hacernos una idea bastante aproximada de cómo eran entonces.
Antes de pasar a las Termas propiamente dichas, visito la Basílica de Santa María degli Angeli (Santa María de los Ángeles y de los Martirios), una iglesia que el papa Pío IV encargó al mismísimo Miguel Ángel que proyectara una iglesia utilizando parte de la estructura que quedaba de las Termas de Diocleciano. La entrada de la iglesia fue construida en una de las habitaciones calientes de las termas (Caldarium), de ahí su peculiar forma, bastante atípica para ser la entrada a un templo y que despista bastante con lo que hay tras los muros. Cuando entras a la iglesia te das cuenta de las dimensiones que tiene ¡Es enorme! Las columnas de granito ya formaban parte de las Termas y se mantuvieron en la estructura de la iglesia gracias a Miguel Ángel.
Una de las cosas que más llama la atención del interior de la iglesia, es la Gran Meridiana llevada a cabo por Francesco Bianchini en 1703 a petición del papa Clemente XI. Se trata de una gran línea de bronce que cruza el pavimento de la iglesia y sirve para calcular determinadas fechas como la pascua, están marcados en diferentes puntos los equinocios y los solsticios.
Otra de las cosas que más me llamó la atención del interior de la iglesia es su imponente órgano, me gustan mucho los órganos de las iglesias, bueno, mejor dicho me gusta escuchar música de órgano en iglesias, y siempre que podemos vamos a algún concierto, de hecho, hemos aquí ya hemos ido a uno que se celebró en San Nicola in Carcere y seguramente asistamos a alguno más antes de marcharnos.
Ahora ya sí me dirijo a la entrada de las Termas de Diocleciano, se entra a través del Museo Nazionale Romano (Viale Enrico de Nicola), en realidad en parte de este museo que está divido en diferentes puntos de la ciudad.
La entrada general son 7€.
En esta parte del museo se expone un gran número de inscripciones y monumentos funerarios.
Su plato fuerte es el gran claustro del siglo XVI del maestro Miguel Ángel y que también formaba parte de la antigua estructura de las termas de Diocleciano. Merece la pena pasear por él fijándose en las esculturas que se exponen. Es un precioso jardín en el que te puedes alejar por un momento del bullicio y del tráfico de la ciudad.
En la planta primera podemos encontrar infinidad de objetos cotidianos de la vida de los antiguos romanos que se han encontrado en tumbas y en casas. Además desde las ventanas podemos ver el fabuloso claustro de Miguel Ángel.
Las Termas eran las más grandes de la ciudad, además en el recinto había gimnasios y hasta una biblioteca, eso pone de manifiesto que más que un lugar para ir a tomar un baño, las termas eran un local social donde los romanos se reunían.
Las termas estaban decoradas con multitud de estatuas de las que se han recuperado parte que se exhiben en los diferentes museos de la ciudad, el mármol y el granito eran los materiales que más se usaban para las decoraciones.
Después de la caída del Imperio Romano, las Termas de Diocleciano se abandonaron y sufrieron, como en otras partes del imperio, un importante saqueo, sobre todo se utilizaron para extraer de ellas materiales para la construcción de otros edificios.
En un gran patio exterior se encuentra el natatio (la piscina) y el frigidarium, el tepidarium y el caldarium forman parte de lo que hoy es la estructura de la Basílica.
Gracias al interés por la restauración de este complejo, hoy podemos disfrutar de él y ver con cierto detalle cómo disfrutaban en su tiempo libre los antiguos romanos.
Para completar esta visita, una buena opción es el Palazzo Massimo alle Terme, situado en un edificio justo enfrente, se trata de otra de las cuatro sedes en las que se divide el Museo Nazionale Romano.
El Palazzo Massimo alle Terme contiene alguna de las mejores piezas de escultura griega y romana, además de gran cantidad de frescos y mosaicos que han sido trasladados de villas antiguas de diferentes puntos de la ciudad, incluso de Pompeya, hasta las paredes del museo para que todos podamos disfrutarlo.
La entrada general al Palazzo Massimo alle Terme son 7 €.
Como había leído en alguna guía, comienzo la visita por el piso segundo y voy descendiendo por la exposición.
El el piso superior, dedicado a la decoración interior de la antigua Roma, es donde se encuentran todos los frescos y mosaicos, pavimentos del suelo con diferentes dibujos. Es sorprendente cómo han logrado retirar los frescos de las paredes de las casas romanas y exponerlas allí.
Una de las salas más famosas de este museo es donde se encuentran los frescos murales de Casa de Livia, la esposa del emperador Augusto y madre del futuro emperador Tiberio. Las paredes de toda la habitación han sido trasladadas dede la Via Flaminia que se encuentra a las afueras de Roma. Se pintaron al fresco y las pinturas representan un jardín imaginario con plantas, flores, árboles y animales.
En la planta primera encontramos un gran número de esculturas romanas, algunas con claras influencias griegas. Algunas de las obras más destacadas son:
La escultura de la Hermafrodita durmiendo
El Discobolo de Lancelloti, copia de famosa escultura griega realizada por Mirón de Eleúteras en la que representa a un atleta en el momento de lanzar el disco.
Es una escultura impresionante, la que más me ha gustado de todo el museo.
Otra de las obras más impresionantes es el Sarcófago de Portonaccio, en el que se puede ver perfectamente esculpidas un gran número de figuras que representan una batalla entre los soldados romanos y los bárbaros. Una gran obra para quedarte un rato sentado enfrente observando cada una de las figuras que lo componen.
En el resto de salas pueden verse muchas estatuas de diferentes emperadores, de sus esposas y de otros personajes de la época.
Antes de ver la planta baja, donde se encuentra la salida, decido bajar a la planta sótano, donde se encuentra la que dicen que es la colección de monedas más importante del mundo, haciendo un recorrido desde la antigua Roma hasta nuestros días. Madre mía lo grandes y pesadas que eran las monedas de antes!!!
Ya en la planta baja, nos encontramos con la enorme estatua dedicada a Minerva y varias salas con bustos de emperadores y otras esculturas de gran valor.
Otra de las esculturas más famosas que se encuentran en este museo, en este caso una escultura de bronce de gran tamaño, es El Púgil en reposo, en el cual se muestra un atleta en estado de reposo, sentado después de un posible combate. Es recomendable sentarse en la sala y observar con detalle esta escultura y la que se encuentra a su lado. Esta escultura fue encontrada en la colina del Quirinal en 1885, cerca de las antiguas Termas de Constantino. Es una escultura muy realista que fue creada entre finales del siglo IV y el siglo II a.C.
En 2013, la escultura salió por primera vez de Roma y pudieron disfrutarla por unas semanas en el Metropolitan de Nueva York.