El pasado judío de Varsovia

Después de un merecido descanso en el Polonia Palace, salimos de nuevo a seguir descubriendo la ciudad. Sólo tenemos que cruzar la calle para encontrarnos ante uno de los edificios más representativos de la misma. El edificio domina la Plaza de Europa y con sus 234 metros, es el más alto de la ciudad. 
En su momento fue llamado palacio de Stalin, un orgullo del régimen comunista que fue aceptado como regalo de la Unión Soviética, el arquitecto que lo construyó era ruso, de ahí su gran parecido con otros edificios soviéticos.  Por todo lo que significa, los habitantes de Varsovia no le tienen mucho cariño, incluso llegan a decir que es el mejor lugar de toda la ciudad, porque desde allí no puede verse a sí mismo……
Tras la caída del comunismo se llegó incluso a proponer su demolición, aunque finalmente se optó por dejarlo en pie dado el elevado coste que suponía derribarlo. Hoy en día es sede de diferentes instituciones, museos, salas de congresos, teatro, cines e incluso restaurantes, además en el piso 30, se encuentra una terraza panorámica desde la que se obtienen espectaculares vistas de la ciudad. 

A poca distancia caminando se encuentra el Barrio Judío y Gueto de Varsovia, donde en noviembre de 1940, los ocupantes nazis levantaron un muro de 3 metros de altura alrededor de las juderías. Allí fueron encerrados 450.000 personas creando así el gueto más poblado de Europa. Como ya comenté en alguna entrada anterior, la película de Roman Polanski, «El Pianista» es una excelente descripción de lo que fue el gueto en esta ciudad.
Poco queda de lo que fue realmente aquel lugar, pero suficiente para hacernos una idea de lo que allí pudo vivirse y de las condiciones en las que tuvieron que sobrevivir esas personas, los que tuvieron la suerte de sobrevivir.

Dentro de este barrio se puede ver el Teatr Zydowski (Teatro Judío) y la Sinagoga Nozyk, situada en ulica twarda 6, tratándose de la única sinagoga con servicios religiosos que sobrevivió tras los bombardeos dela guerra. 
Un poco más adelante se encuentra el monumento que honra a Héroes del Gueto, un conjunto de personas que organizaron una sublevación cuando los alemanes llevaron a cabo la segunda deportación de judíos hacia los campos de concentración. Esta sublevación tuvo lugar en abril de 1943 liderada por un miembro del movimiento juvenil judío Hashomer Hatzair, pero alemanes terminaron pronto con cualquier idea de victoria por parte de los judíos del gueto. 

Muy cerca se encuentra Pomnik Umschlagplatz, la plaza en la que se concentraban los judíos antes de tomar el tren hacia el campo de concentración de Treblinka, donde les esperaba un fatídico final.

Pasear por esta zona es como retroceder en el tiempo y encontrarse con vestigios de aquella época, coches que aún siguen aparcados en sus calles y que hacen las delicias de los que, como a mí, nos encanta lo «vintage».
Llegamos hasta el monumento a las Víctimas del Levantamiento del Gueto, en el que se pueden ver estatuas de bronce que representan a los insurgentes y a los alemanes. El monumento se realizó en 1948, coincidiendo con el quinto aniversario del levantamiento. Como curiosidad indicar que el revestimiento que se utilizó para el monumento, una pieza de piedra de labradorita, es el mismo que había utilizado Hitler en 1942 para conmemorar los triunfos del Tercer Reich, caprichos del destino…

Justo enfrente del monumento, se encuentra la Catedral del Ejército Polaco de la Santísima Virgen María, de estilo barroco y construida entre 1660 y 1682.
En su interior hay varias referencias militares y destaca una capilla que conmemora la matanza de prisioneros de guerra.

Volvemos a la Plaza del Mercado de la Ciudad Nueva donde buscamos un hueco en una de sus terrazas para sentarnos a comer. Seguimos disfrutando de la rica gastronomía polaca, esta vez con unos exquisitos pierogis rellenos de carne. 
Para después de comer teníamos programada la visita al Castillo Real. El edificio, como la mayor parte de la ciudad, fue destruido siguiendo órdenes de Hitler. 
En 1971 comenzó su restauración según la imagen que tenía en el siglo XVII y en la actualidad es el lugar donde se realizan recepciones oficiales y alberga el museo de palacio, parte del cual visitamos. 

La sala más visitada del museo es la sala Canaletto, donde se encuentran 22 obras de este pintor que reproducen imágenes de la ciudad en siglo XVIII. 
Dedicamos el resto de la tarde a callejear por la parte vieja de la ciudad, descubriendo encantadores rincones, y sobre todo viendo la cantidad de artistas que callejeros que muestran su arte. Ya he comentado en otras ocasiones que siempre que podemos, nos gusta adquirir alguna pintura original del lugar que visitamos, en esta ocasión compramos un pequeño óleo a un pintor polaco, el precio era más que razonable para las características de la obra.

Muchas de las imágenes que vimos por esta zona de la ciudad, están representadas en la película «El Pianista», y nos apetecía buscar alguno de esos lugares….

Empieza a ponerse el cielo muy oscuro y empieza a llover muchísimo, salimos corriendo y nos refugiamos en uno de los monumentos más importantes de la ciudad, la Iglesia de la Santa Cruz, un edificio barroco que  encuentra en la calle Krakowskie Przedmiescie, además en ese momento se estaba celebrando un acto religioso, así que allí nos sentamos mientras pasaba la tormenta, no nos enteramos de mucho de lo que allí se decía, jejejeje, pero había música de órgano y al menos nos estábamos secando después del chaparrón. 
En la escalera principal de esta iglesia hay un Cristo cargando una cruz con una inscripción en su pedestal «Sursum Corda», es una imagen muy característica de esta calle. 
En el interior de la iglesia, en uno de sus pilares, se encuentra empotrado en una urna el corazón del maestro de música clásica Frèdéric Chopin, pero curiosamente aquí sólo descansa su corazón mientras el resto de su cuerpo está enterrado en París según voluntad del intérprete polaco. Chopin falleció a los 39 años en París, donde residía, y su corazón fue trasladado hasta su país de nacimiento donde permanece en una urna con la inscripción «Donde está tu tesoro, ahí está tu corazón»
Cuando salimos ya había dejado de llover, volvimos a la Plaza del Mercado de la Ciudad Vieja para disfrutar por «última» vez de su encanto, allí encontramos un sitio donde cenar, el ambiente era espectacular.
Para despedirnos de la ciudad, dimos un agradable paseo nocturno disfrutando de la iluminación de la ciudad y del encanto que tienen algunas ciudades cuando la mayor parte de los turistas se han ido, aunque hay que reconocer que Varsovia no es una ciudad asediada por los turistas,  o al menos en el momento en que nosotros la visitamos. 

Y después de un intenso día, nos retiramos a descansar a nuestro hotel. Al día siguiente nos trasladábamos a la ciudad de Cracovia y desde allí, tras visitarla, iniciamos nuestra particular ruta por el país, no os lo perdáis!!!

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