A media mañana llegamos a uno de los Parques Nacionales del oeste de Estados Unidos que más ganas teníamos de visitar, Yosemite, Patrimonio de la Humanidad desde 1984. 
Entramos al mismo por Tioga Pass, una de las entradas más famosas del Parque, se trata del puerto más alto de Sierra Nevada, situado a 3031 metros de altitud, por lo que este paso suele estar cerrado la mayor parte del año debido a las grandes nevadas que caen en la zona. Suele estar abierto desde principios de mayo hasta la primera nevada, pero aún en el mes de julio que es cuando hicimos la visita, siguen quedando pequeños neveros en los puntos más altos.

La primera parada la hacemos en el Lago Tioga, con unas vistas impresionantes que nos hacen darnos cuenta de lo que nos espera para los dos días que pasaremos allí.

Llegamos a Tuolumne Meadows, la pradera subalpina más grande de Sierra Nevada, allí, antes de continuar con la visita, paramos a comer unas exquisitas hamburguesas en una zona habilitada con mesas de madera.
Después de comer nos acercamos hasta el río dando un agradable paseo por la enorme pradera, el paisaje es precioso y se nota la altura a la que estamos ya que la temperatura es muy agradable para ser el mes de julio.

Continuamos por la carretera en dirección hacia la parte más importante del Parque, el Valle de Yosemite. Es inevitable ir parando pues las vistas desde algunos puntos son espectaculares y ya se empieza a divisar la inconfundible silueta del Half Dome, uno de los monolitos más conocidos de Yosemite.
 Enseguida aparece ante nosotros la imagen del Gran Capitán, un monolito de granito que con sus  más de 2000 metros de altura se ha convertido en uno de los desafíos preferidos de los escaladores de todo el mundo.

Dormir dentro del Parque era una prioridad para nosotros ya que así al día siguiente no teníamos que desplazarnos mucho, para ello elegimos el Curry Village donde teníamos reservada una tienda para los cuatro, la verdad es que nos hacía bastante gracia eso de pasar la noche en una tienda en  medio del Parque de Yosemite, hay quien dice que es muy incómodo, pero para una noche me resultó hasta encantador. Tienes tus camas, tus mantas y toallas, y una caja fuerte «antiosos» por si a caso a alguno se le ocurre darse una vuelta por el campamento buscando algo de comida, por eso recomiendan que metas allí todos los restos de comida que puedas tener y los neceseres. La verdad es que nosotros sólo sacamos del coche lo necesario, cepillos de dientes, un pequeño bote de gel para la ducha, las chanclas y alguna prenda para el día siguiente metido en una mochila. 
Nuestra tienda era la número 642 y estaba bastante cerca del aparcamiento y de la zona donde se encuentran los baños y la ducha.
Una vez que estábamos acomodados en nuestra tienda, nos fuimos a hacer una ruta hasta el Lake Mirror, aunque en esta época del año no tenía mucha agua y el reflejo del Gran Capitán no era tan espectacular como habíamos visto en algunas imágenes, al menos disfrutamos de la naturaleza en estado puro y vimos a una cervatilla pastando tranquilamente.

Volviendo a la zona del alojamiento, nos encontramos con una remolque donde transportan a los osos cuando se atreven a bajar hasta el valle, es raro ver osos por allí, pero en ocasiones cuando el hambre les aprieta, bajan en busca de comida. Si en algún momento creen que puede ser un peligro para los visitantes, les duermen con un dardo y les meten en ese remolque para ser transportados lejos de allí. 

Osos no tuvimos la suerte de ver, pero cervatillos vimos unos cuantos!!!
Para cenar nos acercamos hasta una zona habilitada donde hay, entre otras cosas, una pizzería, eso sí había muy poca luz artificial, menos mal que teníamos unos frontales para alumbrarnos y así pudimos volver fácilmente a nuestra tienda e ir al baño sin ningún problema. Lo que más me preocupaba era tener que salir a media noche al baño, pero por suerte no lo necesitamos ninguno, eso sí, menos mal que había mantas de sobra, porque bajó la temperatura una barbaridad.
Tras el merecido descanso nos despertamos en nuestra tienda, habíamos dormido de maravilla, aunque antes de dormir bromeamos bastante con la posibilidad de que un osito nos hiciera una visita a media noche, jejeje.
El día anterior habíamos comprado algunas cosas para desayunar y las habíamos guardado en nuestra caja fuerte «antiosos», nos vestimos y salimos fuera a disfrutar del fresquito que hacía por la mañana. 

Enseguida nos ponemos en marcha y nos vamos a visitar las Cascadas de Yosemite, son producto del deshielo por lo que su máximo esplendor es en primavera, aún así, tuvimos bastante suerte y pudimos disfrutar del paisaje que crean cayendo desde la montaña.
Desde el aparcamiento hay que recorrer un pequeño sendero hasta llegar a la zona desde donde mejor se ven.

Nos vamos hasta uno de los miradores más impresionantes y más conocidos del Parque, Glacier Point, desde el que se obtienen las mejores vistas del Valle de Yosemite, aunque antes de llegar no podemos resistirnos y paramos en otros lugares desde donde también hay maravillosas vistas, sobre todo del Half Dome, el monolito de granito más famoso del Parque.

Pasamos mucho tiempo observando esa maravilla, y llegamos hasta el conocido Glacier Point.

Qué intentaba fotografiar Diego aquí??? Pues esta especie de lagarto….
Para terminar con nuestra visita al Parque de Yosemite, nos vamos a Mariposa Grove, cuyo principal atractivo es la impresionante concentración de secuoyas gigantes, la estrella del Parque es el Grizzly Giant, un coloso de 2700 años, aunque también destaca el California Tunel Tree, un inmenso árbol que incluso  puedes atravesar.

Con mucha pena dejamos Yosemite para poner rumbo a una de las grandes ciudades de la Costa Oeste, San Francisco.

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