Llegar a este pequeño pueblo abandonado es como retroceder en el tiempo hasta la época de la Fiebre del Oro. Se encuentra en el condado de Mono, en el estado de California y es una de las ciudades fantasma más auténticas y mejor conservadas del Oeste de Estados Unidos.
En 1859 se descubrió oro por primera vez y en 20 años pasó de ser un campamento minero a tener una población de 10.000 habitantes y fama de ciudad sin ley. Cuando la producción del oro mermó, los habitantes de Bodie lo fueron abandonando hasta que el pueblo quedó vacío. Todavía hoy se conservan unas 200 casas deterioradas por la dureza del clima, un valle frío azotado por un viento cargado de residuos mineros, algunos cuentan que en parte este abandono se produjo también por la dureza de sus inviernos.
Hoy en día pasear por sus calles es un momento único, así que merece la pena desviarse un poco para su visita y después continuar hasta Yosemite por famosa entrada de Tioga Pass.
Tras las polvorientas ventanas de algunas casas aún puede verse el mobiliario, incluso puede entrarse a un par de casas para imaginarte cómo era la vida de los habitantes de aquel lugar. También puede visitarse la iglesia. Bodie contaba con su escuela, y con locales de dudosa reputación así como su propia cárcel.
Resulta sorprendente ver cómo quedaron los muebles y muchos objetos de las familias que habitaron en aquel lugar.
Al final del pueblo se encuentra la mina desde la cual se extraía el oro, la mina no puede visitarse hoy en día por motivos de seguridad, pero desde diferentes puntos hay muy buena vista de la misma.
También hay vehículos abandonados en los descampados del pueblo y otros objetos que hacen las delicias de los que, como a mí, nos encanta la fotografía.
Desde allí ponemos rumbo a nuestro siguiente destino para los dos próximos días, uno de los Parques Nacionales más famosos del país, Yosemite.