Teníamos pendiente decidir cuándo íbamos a subir al Top of the Rock para volver a disfrutar de esas increíbles vistas de la ciudad, el día amaneció totalmente despejado, así que decidimos que sería perfecto para hacer esta visita a primera hora de la mañana y luego ya continuar con el plan que teníamos para este día, un día muy prometedor también.
Decidir a qué rascacielos subir cuando estás en Nueva York no es tarea fácil ya que cada uno ofrece unas vistas diferentes y todas ellas espectaculares. Nosotros hemos subido en visitas anteriores a la ciudad a los tres más importantes, Empire State, One World Trade Center (podéis ver el post aquí) y Top of the Rock, pero esta vez nos habíamos decantado por esta última.
Aunque llegamos bastante temprano a la oficina de ticket, tuvimos que esperar un rato tras la compra de entradas para poder subir. Los ticket nos costaron 34$ por persona.
Mientras esperábamos, decidimos salir fuera del edificio y disfrutar un rato del ambiente que hay en la pista de patinaje y alrededores, a estas horas había mucha menos gente que la que se concentra por la tarde. Qué bonita está esa zona adornada de navidad!!!!
A la hora que teníamos en el ticket entramos de nuevo ahora sí para subir hasta lo más alto del rascacielos y quedarnos maravillados con las vistas a pesar del frío que hacía allí arriba.
Las continuas obras en la ciudad hacen que de una vez para otra las vistas ya sean diferentes, es lo que ha pasado con la vista que había desde el TOR hacia Central Park, los nuevos rascacielos en construcción están tapando esa vista tan bonita que había hacia el norte de la ciudad.
Al bajar nos fuimos caminando por la zona de Hell’s Kitchen, aunque su nombre no sea demasiado atractivo, hoy esta zona del Midtown se ha revalorizado y se ha convertido en una zona exclusiva de Manhattan, llena de restaurantes chulos y de lugares con encanto.
Uno de estos lugares es al que nos dirigimos, el Gotham West Market. Se encuentra en el 600 de la 11th Av y es uno de esos lugares donde puedes parar a tomar un café, una porción de pizza, un plato de ramen y muchas cosas más, un lugar de esos con encanto que tanto nos gusta. Allí hicimos una pequeña parada para tomar un café caliente con un dulce.
Estando tan cerca del río Hudson y del Pier 86 no podíamos pasar por alto acercarnos a ver el Intrepid, la visita a este museo tan especial la hicimos en nuestra visita a la ciudad durante 2015, podéis ver el post aquí.
Seguimos caminando hacia el sur, nuestro siguiente destino era el barrio de Chelsea y durante el trayecto nos quedamos alucinados con la cantidad de obras que se están haciendo en Nueva York, en unos años la ciudad está cambiando!!!
En cuanto podemos subimos al High Line, el parque que se ha construido sobre unas vías elevadas de tren. La verdad es que hace años era una zona sin uso, una zona decadente y hoy en día lo han convertido en un bonito paseo que ha revalorizado el mercado inmobiliario de la zona.
El parque fue inaugurado en 2009 y desde entonces no ha dejado de recibir más y más visitantes, además en él es posible ver exposiciones temporales de arte de diferentes estilos.
Tiene más de 2 kilómetros de recorrido y va desde la calle W34St hasta Gansevoort St, pero tiene diferentes puntos de acceso, por lo que no es necesario recorrerlo completo.
Así nosotros descendimos por uno de esos accesos para acercarnos hasta una librería del barrio de Chelsea, su nombre es 192 Books, está en el 192 10th Av, donde es posible encontrar muuuuuchísimos libros de arte, aunque sólo sea para ojearlos un rato ya merece la pena entrar.
Desde allí nos fuimos directos al Chelsea Market a comer, es uno de los mercados cubiertos más famosos de la ciudad y uno de los que más nos gustan, aunque también es verdad que es uno de los más concurridos y eso a veces hace que no puedas disfrutarlo bien.
En él puedes encontrar casi de todo lo que te apetezca, y a nosotros esta vez nos apetecía comer algo que es muy típico en este mercado y que nos traía muy buenos recuerdos de New England, sí, me estoy refiriendo a la langosta, pero por comodidad preferimos comerla en lobster roll. Qué buenos están los lobster roll por favor!!! Cuando vivimos en Connecticut, íbamos a un sitio muy tradicional donde los hacían exquisitos.
Otro mercado chulo que hay en esta zona es el Gansevoort Market, aunque no está en la misma localización que nosotros recordábamos ni tampoco su estética es igual, está bien, tiene algunos puestos de comida, pero reconozco que me gustaba mucho más como era antes.
Aprovechando la luz que quedaba dimos un paseo por la zona acercándonos hasta el río Hudson desde donde vimos un bonito atardecer.
La idea era ir caminando hasta el Greenwich Village y ya desde allí volver al Midtown para asistir al espectáculo que teníamos reservado para esa noche.
Así que fuimos caminando por Jane St, una calle bastante pintoresca llena de casas típicas de las que me encantan….
En Jane St, esquina con la West 4th St se encuentra Corner Bistro, un buen lugar para tomar una rica hamburguesa, allí cenamos al día siguiente con una compañía muy especial, pero eso será en el siguiente post!!
Prácticamente al lado se encuentra Grounded Coffee and Tea House, aunque el exterior no es muy llamativo, su interior es precioso! Es de esos lugares cuquis que me encantan, decorado con muchísimo gusto. No podíamos imaginarnos que allí había una porción de cheesecake taaaaaaan buena, así que el momento no pudo estar mejor, hacía bastante frío en la calle, por lo que un chai latte calentito y una porción de esta tarta tan neoyorquina nos sentaron de maravilla.
Si estáis por la zona no dudéis en entrar a tomar algo.
Después de dedicar un rato a algunas tiendas que les teníamos echado el ojo, nos fuimos directamente hasta el Lincoln Center donde íbamos a asistir al concierto del 175 aniversario de la Filarmónica de Nueva York. Las entradas no fue fácil conseguirlas, pero como siempre defiendo que los sueños están para cumplirlos, ahí estábamos nosotros!!
Después del concierto habíamos quedado con Victoria y con Felipe (la pareja andaluza que conocimos en el aeropuerto de Madrid) para ir a cenar. Elegimos otra de las hamburgueserías más famosas, Burger Joint, en el interior del lujoso hotel Le Parker Meridien, en 119 W 56th St. Teníamos muchas ganas de ir a este lugar, un lugar «escondido» jejeje y es que cuando pasas al lobby del hotel no puedes imaginar que detrás de la gran cortina de terciopelo rojo se encuentre este lugar, quizás ese punto «clandestino» es lo que le ha hecho tan famoso.
Tuvimos que esperar un poco pero mereció la pena, las hamburguesas estaban buenísimas, son hamburguesas sencillas pero muy ricas, con lo que tiene que tener, una buena carne.
El local tiene su encanto, pocas mesas y paredes de madera totalmente escritas por los clientes.
Tras esta rica cena y un día muy bien aprovechado, nos despedimos y pusimos rumbo a nuestro hotel, aún nos quedaba un día y medio en Nueva York e íbamos a aprovecharlo bien, pero también tocaba descansar….