Ayer llegamos a Italia, una nueva experiencia que nos hará disfrutar durante un tiempo de este maravilloso país al que yo personalmente tengo mucho cariño y al que ya tocaba volver. 
Antes de llegar a nuestro alojamiento en la Toscana para participar en un congreso (bueno mejor dicho, Diego participa en el congreso y yo soy su acompañante, jejeje), nos acercamos a la ciudad toscana de Lucca, ya que estaba a sólo 30 kilómetros de Pisa, ciudad en la que aterrizamos.
La idea de ir a Lucca surgió pocos días antes, y cuánto me alegro de haberlo decidido porque es una ciudad espectacular!!! Típica ciudad medieval italiana con un encanto especial, llena de rincones preciosos donde no te cansas de hacer fotografías, madre mía, mi cámara va a terminar agotada las próximas semanas…..

Una vez que recogimos nuestras maletas, fuimos a por el coche que habíamos alquilado previamente (con rentalcars) para los próximos días. Y desde el aeropuerto de Pisa nos desplazamos un poco al norte hasta la preciosa Lucca. 

Nos hubiese gustado tener un poco más de tiempo para disfrutar la ciudad, pero unas horas fueron suficientes para quedar enamorados de ella, así que, estoy segura de que algún día volveremos para hacer una ruta por esta región italiana salpicada de lugares increíbles. 

Llegamos a Lucca a la hora de comer, así que aparcamos nuestro coche en un parking y nos adentramos en el centro histórico para buscar un sitio para comer. Enseguida nos dimos cuenta de que era una ciudad que nos iba a gustar mucho, una ciudad con calles típicas italianas, con sus fachadas en color ocre, tiendas que parecen haberse estancado en el tiempo….
Íbamos sin plano y sin mucha información, así que nos dejamos llevar un poco y paramos en una plaza a comer donde vimos un cartel con unos platos de pasta que parecían muy apetecibles por el nombre. 

Había que empezar a disfrutar de la exquisita comida italiana, así que comenzamos por uno de sus platos estrella, la pasta!!! Un plato de carbonara y otro funghi que estaban para chuparse los dedos. 


Ahí no quedó la cosa…. Italia también tiene mucha fama por sus cremosos helados y nosotros, que somos unos apasionados de los helados, teníamos que comernos uno el primer día de nuestra llegada al país, así que continuamos con nuestra visita y nos encontramos con muchas heladerías. Pasamos a una que se encuentra muy cerca de la Iglesia de San Michele in Foro que visitaríamos después, una heladería fundada en 1927 con helados artesanales de muchísimos sabores a cual más rico. ¡Qué preparen cargamento de pistachos en Roma porque el helado de pistacho de Bronte está exquisito!

Llegamos a la plaza de San Miguel donde se encuentra la Iglesia de San Michele in Foro, un espectacular templo construido durante el siglo XII que constituye uno de los pocos edificios de estilo románico que quedan en la ciudad. 

Tiene una espectacular fachada con cuatro filas de arcos y está coronada por la estatua de San Miguel, destaca también la bonita torre campanario. Alrededor de la plaza se pueden ver preciosas fachadas medievales. 

Caminando llegamos a la plaza más famosa de la ciudad, la Plaza del Anfiteatro, reconstruida en 1830 sobre los restos de un anfiteatro romano del siglo II. Su peculiar forma elíptica hace que nos imaginemos lo que hace muchos años sucedía en ese lugar, el anfiteatro que le da nombre ha quedado enterrado unos metros sobre el nivel en el que hoy pisamos. Parte de los materiales de las ruinas del anfiteatro, se utilizaron para la construcción de las viviendas, de ahí su peculiar forma elíptica. 

Un precioso conjunto de viviendas con establecimientos en la parte baja donde poder sentarte a tomar algo, eso sí, por lo que vimos los precios eran algo más elevados que en otras partes de la ciudad.  






Las calles que rodean la plaza del anfiteatro son preciosas, llenas de rincones realmente encantadores que hacen que te transportes a épocas algo pasadas, muchas de las tiendas que se encuentran en esta parte de la ciudad, conservan letreros antiguos que nada tienen que ver con lo que se vende en ellas ahora, pero me parece genial conservarlo porque alguno son verdaderas obras de arte. 


Llegamos hasta la Iglesia de San Frediano, una bellísima iglesia construida en el siglo XII sobre los restos de un templo. Ha sido reconstruida y ampliada en siglos anteriores y hoy presenta una fachada espectacular  en la que destaca un enorme mosaico de estilo bizantino que representa «La Ascensión de Cristo».


Una de las cosas que habíamos decidido visitar es la Torre de las Horas, subiendo sus más de 200 escalones se tienen una de las mejores vistas de la ciudad.
La Torre de las Horas se encuentra en una de las calles más famosas de la ciudad, en vía Fillolungo. Para acceder hasta la parte más alta, hay que sacar un ticket de 4 € por persona. Según subes puedes observar el curioso mecanismo manual del reloj, una obra de arte debido a la antigüedad del mismo. 

Una vez arriba, las vistas son espectaculares y podíamos ver, aunque de lejos, lugares que no teníamos tiempo de visitar como la famosa Torre Guinigi situada en el palacio del mismo nombre y famosa por el jardín de encinas que se encuentra en lo más alto de la torre. 


Desde allí se tienen unas vistas privilegiadas sobre los tejados de la ciudad, un buen lugar para hacerte una idea de por qué Lucca es llamada la ciudad de las cien torres (aunque yo creo que otras ciudades también son denominadas así). 

Tengo una extraña obsesión con las bicicletas antiguas, bueno, en general con las bicicletas, ya durante nuestra estancia en Estados Unidos, dediqué uno de los post a las fotografías de bicicletas, y en Lucca he encontrado muchas y preciosas, cuando me da por algo no hay quien me pare jejeje. 


De camino al coche pasamos por la Plaza de Napoleón, la plaza principal de Lucca, rodeada de interesantes edificios como el Palacio Ducal. 
En esta gran plaza suelen celebrarse acontecimientos musicales durante todo del año. 


Antes de marcharnos de la ciudad, nos acercamos hasta la zona de las murallas. Lucca es de las pocas ciudades medievales que aún conserva intactas sus murallas. En el momento de su construcción en el siglo XVI, estas murallas tenían una clara intención defensiva, pero hoy son utilizadas como paseos peatonales por los que disfrutar de unas bonitas vistas. 



Desde Lucca pusimos rumbo a nuestro destino en la Toscana, un hotel precioso situado en el pequeño pueblo de Castiglione de la Pescaia donde Diego participa en un congreso de células solares. 
Llegamos al hotel Roccamare y tras instalarnos y descansar un poco, nos acercamos a cenar al pueblo, es un lugar precioso al que tengo que volver con luz del día para poder fotografiar todos los encantadores rincones que nos hemos ido encontrando, así que no os perdáis los siguientes post!!!

Arriverderci!!!
 

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