Manhattanenge, también llamado «solsticio de Manhattan» es un fenómeno que produce dos veces al año cuando el sol, a punto de ponerse, se alinea en dirección este-oeste con las calles de Manhattan. El nombre lo ha tomado de Stonehenge, al sur de Inglaterra, donde el sol se alinea con las piedras en los solsticios.
Este año el «full sun» ha sido el domingo 12 de julio y estando aquí no hemos querido perdernos este fenómeno que está alcanzando mucha fama y son muchos los visitantes que acuden a verlo. Por recomendación del Museo de Historia Natural de Nueva York, una de las mejores calles para verlo es la 42th St, así que, siendo para nosotros una de las calles más bonitas de Manhattan, decidimos ir a verlo a la altura de Grand Central Station, aunque claro, no fuimos los únicos que decidimos verlo desde allí. Ayer el día no estaba muy despejado y no pudo verse en todo su esplendor, pero aún así, el momento en el que sol entre las nubes estaba justo en el centro de la 42th St fue bastante impresionante.
Este año el «full sun» ha sido el domingo 12 de julio y estando aquí no hemos querido perdernos este fenómeno que está alcanzando mucha fama y son muchos los visitantes que acuden a verlo. Por recomendación del Museo de Historia Natural de Nueva York, una de las mejores calles para verlo es la 42th St, así que, siendo para nosotros una de las calles más bonitas de Manhattan, decidimos ir a verlo a la altura de Grand Central Station, aunque claro, no fuimos los únicos que decidimos verlo desde allí. Ayer el día no estaba muy despejado y no pudo verse en todo su esplendor, pero aún así, el momento en el que sol entre las nubes estaba justo en el centro de la 42th St fue bastante impresionante.
El Manhattanhenge tuvo lugar a las 20.20pm, pero nosotros llegamos por la mañana a Nueva York y tuvimos tiempo de hacer muchas cosas hasta la puesta del sol!!!!
Lo primero que hicimos al salir de Central Station, fue dirigirnos hasta la 59th st con 2nd AV donde se encuentra la entrada del funicular que lleva hasta Roosevelt Island. Desde el funicular pueden obtenerse buenas vistas de los edificios cercanos, pero desde la propia isla las vistas de de la fachada este de Manhattan son espectaculares. Una de las cosas que mejor se ve desde el funicular, es el puente de Queensboro, construido en 1909 es estilo celosía, que atraviesa el East River, uniendo así Manhattan con el vecino barrio de Queens, pasando por Roosvelt Islanda. Dado el emplazamiento en el que se encuentra, los neoyorquinos lo denominan el puente de la 59.
El viaje dura aproximadamente cinco minutos y puedes utilizar la tarjeta Metrocard. Una vez que estás al otro lado del río, lo mejor es dar un paseo por el parque hasta el final de la isla.
Mirando hacia el oeste, puede verse el mítico cartel de Pepsi Cola que cuenta con casi ochenta años de historia. Este letrero había adornado desde 1936 la planta embotelladora que el fabricante de refrescos tuvo en el barrio de Queens, junto al río East. Tiene 36 metros de largo y fue diseñado por la empresa Artkaft Strauss Sign Corporation, responsable de muchos de los letreros y carteles que transformaron a Times Square en una meca de la publicidad. Tras la demolición de la nave industrial, los responsables de preservar el patrimonio de la ciudad lograron que el fabricante lograra levantar otra vez el letrero en el mismo lugar, de hecho Pepsi Cola es aún dueña del cartel y se encarga de su mantenimiento.
Tras un agradable paseo por Roosevelt Island, disfrutando de las fantásticas vistas, tomamos otra vez el funicular de vuelta a Manhattan.
Decidimos pasar gran parte del día en Central Park, de camino, encontramos un supermercado japonés y compramos comida para hacer un picnic dentro del parque. En este supermercado todo eran productos japoneses, la calidad de la comida excelente!!!
Me encanta Central Park, poder sentarse en una zona sombreada a comer, tumbarte un rato en la hierba a dormir las siesta, pasear por los senderos casi perdidos, disfrutar de las vistas de los edificios que se asoman al parque, admirar las obras de los artistas, ver espectáculos de hip hop, la verdad es que vaya las veces que vaya a Nueva York, no me cansaré nunca de pasear por el pulmón verde la ciudad.
Habíamos reservado un rato de la tarde para visitar uno de los museos más importantes del mundo, el Metropolitan Museo of Art (MET), bueno, mejor dicho para visitar una pequeña parte de las obras que allí se exponen, porque como ocurre con el Louvre de París, se necesitarían varias jornadas para poder verlo en su totalidad. La entrada al museo tiene un precio recomendado de $25 por persona, aunque como bien he dicho es un precio recomendado, cada uno en función de lo que quiere ver, puede pagar la cantidad que quiera. El tiempo de visita lo dedicamos casi en exclusiva a ver las obras impresionistas que se encuentran en el museo, más de veinte obras de Monet cuelgan de sus paredes, así como otras tantas de Van Gogh, Pisarro, Cezanne, y otros pintores de esa época. Me encantan las obras de Monet, podría estar horas admirando sus obras, me gusta cómo usa el color, sus pinceladas, lo que evocan sus paisajes, es sin duda mi pintor favorito.
En la mayor parte de los museos de Estados Unidos pueden hacerse fotografías de las obras para uso personal.
Otra de las cosas que visitamos en el museo fue la exposición de instrumentos musicales, varias salas en la que se exponen entre otros, el piano más antiguo del mundo, la guitarra de Andrés Segovia, un saxo del presidente Clinton, algunos violines Stradivarius y otros muchos instrumentos de diferente tipo y época.
Seguimos subiendo por la zona del Upper East Side hasta otro de los museos que se encuentran en la milla de la avenida más famosa de Manhattan, Fifth Ave. Se trata del Solomon R. Guggenheim Museum, aunque por el horario, sólo pudimos ver la parte exterior del curioso edificio.
La 5th Ave desde la puerta del Guggenheim con el Empire State al fondo |
Tocaba refrescarse un poco y nada mejor que pasar a uno de los muchos salones de té que hay por la zona para tomarse uno bien fresquito, Diego se toma un té negro con mango y yo uno mezclado con un té verde japonés llamado Matcha y café, pero también helado, aprovechamos para descansar un rato al fresquito del aire acondicionado, hasta que mi piel de gallina por el frío ya no puede aguantar más.
Entramos nuevamente en Central Park por la entrada que se encuentra más cercana al museo, y nos encontramos con una de las joyas del parque, el Jacqueline Kennedy Onassis Reservoir, un antiguo embalse que se extiende sobre una gran superficie de 43 hectáreas construido entre 1858 y 1862 , en ese momento el propósito era proporcionar agua potable a la ciudad. El embalse es famoso por la pista de 1,58 millas que la rodea, lugar preferido de los neoyorkinos para practicar deporte.
Seguimos adentrándonos hacia el interior del parque a través de sus senderos, llegando a otro de los lugares más famosos, el Lago, donde puedes alquilar una barca de remos. Hasta 1958 también era utilizado como pista de patinaje en invierno.
Dentro del Parque puede verse gran cantidad de flora y fauna, nosotros hasta ahora habíamos visto diferentes tipos de aves, tortugas y sobre todo ardillas, pero nunca hasta hoy habíamos visto una familia de mapaches, ha sido un momento genial y una suerte poder encontrarlos.
Poco a poco vamos camino de la salida del Parque y bajamos por la 5th Ave hasta la 42th St para subirnos al puente que hay justo al lado de Grand Central Station y poder tener una buena vista para ver el gran fenómeno del día en Nueva York, el Manhattanhenge. Esperamos más de media hora a que el sol, aunque entre las nubes, se alineara con la calle. Una vez que el sol se ha puesto, bajamos a la estación y cogemos el primer tren que sale con destino a New Haven, una vez más, hemos pasado un día inolvidable entre las calles de Nueva York.
Bye!!!