Amanece en Nueva York y antes de ponernos en marcha, bajamos a disfrutar de nuestro desayuno por cortesía del City Club Hotel.
Ya en la calle, pasamos por Times Sq, donde se encuentran rodando un spot de publicidad, allí nos quedamos un rato viendo cómo lo hacen.
Para ir a nuestro destino principal de hoy, atravesamos el barrio de Hell’s Kitchen (la cocina del infierno), está delimitado por las calles 39 y 59, al sur y norte respectivamente, y el río Hudson y la 8th Ave, al este y oeste. La versión más común del por qué de este nombre es la historia de Duch Fred The Cop, un policía veterano que trabajaba con su compañero novato. Ambos estaban observando una pequeña revuelta en la calle 39 cerca dela Décima Avenida. La historia señala que el novato debió decir » Este lugar es el infierno» a lo que el policía veterano replicó: «El infierno es un sitio templado, esto es la cocina del infierno». Hoy en día el barrio ha dejado de ser marginal y en él se encuentran alguno de los restaurantes de moda.


Ya hacía bastante tiempo que, sobre todo Diego, teníamos ganas de visitar este museo de Nueva York, el Intrepid Sea, Air & Space Museum. Está situado en el Pier 86, en la orilla del río Hudson donde se encuentra el veterano y famoso portaaviones USS Intrepid, un barco muy activo tanto en batallas navales como aéreas durante la Segunda Guerra Mundial y más tarde también en la Guerra de Vietnam.
Nada más entrar se encuentra el submarino Growler construido en 1958. En él se puede experimentar las lamentables condiciones de vida en su interior. Puede visitarse todo el submarino, incluyendo la zona de torpedos y la de guiado de misiles.
En la cubierta de vuelo se puede ver una buena colección de aviones y helicópteros de diferentes épocas, entre los que merece la pena destacar el avión espía A-12, conocido como Blackbird, el F-14 Tomcat y el AV-8A Harrier entre otros.
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El avión espía A-12, Blackbird |
La verdad es que impresiona imaginar cómo aterrizaban y despegaban desde esa cubierta los aviones y helicópteros en plena batalla, después veríamos un video demostrando la pericia de los pilotos de dichos aviones.
Una de las piezas claves que se encuentran sobre el Intrepid es el Concorde, el supersónico avión que fue utilizado para el transporte de pasajeros. En 1969 realizó su primer vuelo, entrando en circulación en 1976, estuvo volando durante 27 años, hasta su último vuelo en 2003. Sus rutas principales eran París – Nueva York y Londres – Nueva York, tardando menos de la mitad que cualquier otro avión comercial, tardaba en llegar a Nueva York 2 horas 52 minutos desde Londres. El grave accidente de uno de los Concorde, el 25 de julio de 2000, así como la escasa rentabilidad, fueron los motivos que precipitaron la retirada de estos aviones de la circulación. Sin duda es uno de los aviones más revolucionarios hasta el momento.
Bajando al Hangar se encuentra el museo propiamente dicho, donde se pueden ver objetos originales, maquetas y material multimedia referente al barco y a su historia. También pueden verse el puesto de mando del capitán, los comedores, dormitorios, etc.
En el museo también hay una zona dedicada a las misiones en el espacio, donde se encuentra el transbordador Enterprise, así como murales donde explican cada una de las misiones estadounidenses al espacio.
Después de ver el museo, al que le hemos dedicado prácticamente toda la mañana, decidimos ir hasta la 34th St con la 11th Ave donde comienza el High Line, un paseo de más de 2 kilómetros que transcurre por una antigua vía de tren elevada. A lo largo del paseo puedes ir viendo las antiguas vías, así como diferentes plantas, esculturas y sobre todo disfrutar de la arquitectura de la zona.
En el recorrido por el High Line, puede verse uno de los grafittis más famosos de la ciudad, «Times Square kiss», del artista Eduardo Kobra, se trata de una recreación de la foto de 1945 realizada por el periodista estadounidense Alfred Eisenstaedt de una pareja besándose en Times Sq el día de la victoria.
El High line termina en Gasevoort St, donde se encuentra un mercado parecido al mercado de San Miguel que nosotros tenemos en Madrid, donde hay diferentes puestos de comida, helados, etc., un lugar que han sabido reconstruir con mucho encanto, conservando las viejas paredes de ladrillo y parte de las tuberías de agua, gas….
Para comer, vamos a uno de los sitios más recomendados de hamburguesas, el Corner Bistro, una taberna en pleno barrio de Chelsea donde elaboran su propia cerveza y hacen unas hamburguesas buenísimas.
Seguimos visitando la zona de Chelsea y West Village y, ya que estamos muy cerca y que me encanta la serie de «Sexo en Nueva York», vamos hasta el 66 de Perry St, donde se encuentra la casa en la que vivía la protagonista de la serie, Carrie Bradshaw. Los propietarios de la casa han tenido que poner una cadena para evitar que la gente se suba a las escaleras.
Nos encontramos en pleno West Village, un barrio encantador y de lo más chic de Nueva York, donde se concentran las casas de la gente «bien», de hecho, en el 67 de Charles St, paralela a Perry St, es donde tiene la casa Sarah Jessica Parker, la actriz que diera vida a la protagonista de la mencionada serie. Dicen que la casa se encuentra a la venta por 24 millones de dólares….
Muy cerca de allí, en Bleckeer St, se encuentra un Magnolia Bakery, donde las protagonistas de la serie también iban a comerse los cupcakes.
Antes de marcharnos de allí, volvemos al High Line a sentarnos un rato en sus tumbonas de madera, una siesta allí también me parece bastante chic, no???
Decidimos ir caminando hasta el hotel subiendo por la 6th Ave, así podemos ir observando cómo van cambiando los barrios.
Llegamos hata Bryant Park donde decidimos hacer una parada para descansar antes de ir al hotel a recoger nuestras cosas. Es muy gustoso descalzarse y pisar la hierba tan cuidada, hoy la pradera estaba cerrada, pero también vale sentarse en sus sillas y disfrutar de lo que se muestra alrededor.
De ahí al hotel y a Grand Central a coger el tren que nos lleva hasta New Haven, ha sido un fin de semana espectacular en el que hemos disfrutado de un Nueva York diferente, de rincones muy bonitos a los que volveremos seguro.