Muy cerca del centro, se encuentra una de las atracciones de la ciudad, el molino de Adriaan, situado a orillas del río Spaarne. Fue construido en 1778, pero en 1932 sufrió un gran incendio que lo destruyó prácticamente entero, así que ha tenido que ser reconstruido y en la actualidad se puede disfrutar nuevamente de él.
Al principio se usó para producir cemento y pintura entre otros materiales y más tarde se convirtió en un molino de tabaco. Durante mucho tiempo fue uno de los molinos más impresionantes del país. Hoy en día puede visitarse y conocer un poco más sobre la historia de este emblemático lugar.
Continuamos paseando y llegamos a una de las zonas más bonitas de la ciudad, uno de los puentes que cruza el río Spaarne, el Stenenbrug que nos recuerda muchísimo a uno que se encuentra en Amsterdam y que forma un paisaje muy típico y encantador junto con las fachadas de las casas holandesas.
De allí a descansar al hotel que al día siguiente teníamos una excursión que iba a incluir un planazo de los que nos gustan!! No os perdáis el siguiente post!!