La provincia de Grosseto también es parte de la Toscana, aunque no es de los lugares más conocidos cuando uno se refiere a esta bella región italiana, pero nosotros, aprovechando que estábamos cerca, habíamos pasado unos días de conferencia en Castiglione della Pescaia, y que nos dirigíamos hacia Roma, quisimos conocer algo de esta zona que tiene preciosos enclaves, alguno de ellos muy turístico sobre todo en los meses de verano.
Empezamos nuestra particular ruta por la población de Grosseto, que da nombre a la provincia. Aunque es una ciudad bastante grande, nosotros nos limitamos únicamente a ver su centro histórico, delimitado por unas murallas con forma hexagonal, al que accedemos caminando.
Es fácil llegar hasta la plaza donde se encuentra la Catedral de San Lorenzo o catedral de Grosseto. Es un edificio de mármol en dos colores rojo y blanco, una típica construcción de esta zona. En la fachada principal destacan las estatuas de los cuatro evangelistas y un gran rosetón.
Su interior también merece la pena y el él destacan algunas obras de arte como un crucifijo de madera policromada que data de la segunda mitad del siglo XV, así como las vidrieras que aportan luz al interior.
La catedral se encuentra en la Piazza Dante, la plaza principal de la ciudad y donde se desarrolla gran parte de la vida de los habitantes de la misma. En ella, además de la catedral, también se encuentra el edificio del ayuntamiento y el Palazzo Aldobrandeschi donde se encuentra la actual sede de la provincia de Grosseto.
En la plaza también se encuentra la estatua del duque Leopoldo II de Lorena, apodado el «Canapone de Grosseto».
La idea de esta visita es llevarnos una visión general de este lugar, no visitar todas las iglesias y edificios que lo componen, así que lo que hacemos es dejarnos llevar caminando por sus calles, sentarnos en una terraza a tomar un expresso como hacen los italianos (que por cierto está buenísimo el café en Italia)….
Una de las cosas que más me gusta en nuestros viajes es observar a la gente del lugar, distintos en cada lugar, aunque en este caso son muy parecidos a nosotros, no sólo físicamente, si no también en la forma de ser.
Cerca de una de las puertas de la muralla encontramos un mercado y dimos una vuelta entre sus puestos, nos llama la atención los puestos de comida, sobre todo por los embutidos, muy apreciados en esta zona.
Después de un agradable paseo por su parte medieval, decidimos dejar Grosseto e ir a comer a otra población situada ya en la costa, Talamone, situada en la frontera sur del Parque Natural de la Maremma.
Es una población amurallada también, situada en un promontorio con Torres de vigilancia que fueron construidas sobre fortalezas medievales.
Damos un paseo por sus solitarias calles empinadas, llegamos a la Piazza Garibaldi donde se encuentra una estatua en su honor, además de la Iglesia de Santa María de la Asunción.
Nos sentamos a comer en el restaurante la Scesa, en Via Giuseppe Garibaldi. La comida italiana es de las que más nos gustan, así que vamos a disfrutar muchísimo con su gastronomía, pedimos dos platos de pasta, uno con almejas y tomates frescos y otro de guiso de jabalí que es muy típico en esta zona, ambos estaban muy buenos y el precio más que razonable.
Nos acercamos a ver un poco el puerto deportivo y nos ponemos en marcha hasta nuestro siguiente destino.
Desde allí es muy fácil llegar a uno de los destinos vacacionales más famosos de esta zona, el Monte Argentario, bañado por el mar Tirreno y por la laguna de Orbetello, es una pequeña península en la que destacan dos poblaciones, Porto Santo Stefano y Porto Ercole.
Como tampoco tenemos mucho tiempo y queremos llegar a Roma antes del anochecer, visitamos únicamente Porto Santo Stefano, un típico pueblo costero con un encanto especial. Es un destino turístico muy famoso y en verano no es fácil quedarse allí sin pagar un alto precio.
Damos un paseo por la zona del puerto que cuenta con unas vistas impresionantes y entramos sólo un poco en alguna de sus calles.
Uno de los monumentos más destacados de este municipio toscano es la Fortaleza Española que domina toda la bahía. Esta fortaleza fue construida a finales del siglo XVI y principios del XVII y tenía claramente una misión defensiva contra los ataques por la costa.
Desde Porto Santo Stefano puede recorrerse una carretera panorámica que sube hasta la parte más elevada del Monte Argentario y que tiene unas vistas espectaculares de la costa. Desde allí, puede verse la Isla de Giglio, famosa por la tragedia en el 2012 del crucero Costa Concordia el cual, y debido a una maniobra bastante arriesgada de su capitán Schettino, chocó contra unas rocas que lo agrietaron considerablemente y lo llevó a escorarse fuertemente, desgraciadamente hubo 32 muertes.
Desde allí pusimos rumbo a Roma, donde viviremos un otoño muy romano…..