Día 12. Kioto. De Kinkaku-ji a Arashiyama

Hoy tocaba visitar uno de los templos más bonitos y más conocidos de Kioto, además de otras atracciones que convirtieron el día en un día espectacular. 
Salimos del hotel con nuestro ticket de autobús diario y en la parada que teníamos al lado cogemos el autobús 205 que nos deja justo enfrente de la entrada del templo Kinkaku-ji, también conocido como Pabellón Dorado. Si sólo se tuviese tiempo para visitar un único templo en la ciudad, creo que me quedaría con este, o bueno, quizás con el que visitamos al día siguiente y del que hablaré en el siguiente post….. La verdad es que muy complicado elegir mi favorito porque cada uno es muy especial. 
Por muchas fotos que veas del Kinkaku-ji, cuando estás allí es irremediable quedarse con la boca abierta, al menos a mí me pasó cuando tuve delante esta imagen.



Es un templo Zen de los más espectaculares que podamos ver, sobre todo teniendo en cuenta que las paredes de sus dos plantas superiores están cubiertas de pan de oro, por toda esa belleza, no es de extrañar que esté declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. 



Se puede visitar todos los días de 9 a 17 horas y la entrada individual son 400 yenes.  

Aunque no puede pasarse al interior del templo, merece la pena acercarse hasta él y dar un paseo por los agradables jardines. 

Paseando por el jardín encontramos este conjunto de piedras y Diego probó suerte a ver si colaba la moneda en el recipiente!!!


Además de este templo, queríamos aprovechar que nos encontrábamos en esta zona norte de la ciudad para visitar alguno más que se encuentra bastante cerca. Podéis ver en este mapa los que visitamos.


A la salida del templo Kinkaku-ji, decidimos ir en autobús hasta el siguiente, la verdad es que no hay mucha distancia y se puede hacer perfectamente caminando, pero teníamos los tickets diarios y hacía un calor insoportable. El autobús que cogemos es el número 59 y nos bajamos en la parada del templo Ryoan-ji, un templo que también fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. 

Ryoan-ji es otro de los templos más famosos de Kioto, sobre todo por su jardín seco, uno de los más famosos no sólo de la ciudad, si no de todo Japón. 
No se sabe quién fue el que lo diseñó, ni tampoco la época de su creación, aunque se cree que puede datar del siglo XV. 

Se trata de un conjunto rectangular con arena y con 15 rocas  colocadas sobre musgo. Se observa desde una plataforma de madera y es imposible ver todas las rocas a la vez sin moverse. Para ello, en la entrada hay una maqueta donde se puede ver perfectamente, en tamaño reducido, cómo es este curioso jardín seco. 


Este templo puede visitarse de 8 a 17 horas y el precio individual es de 500 yenes. 
Realmente no sé lo que el autor quería expresar con esta obra, pero lo que sí puedo decir es que estuvimos un rato allí sentados y la paz que había en el ambiente era muy especial, es un lugar para observar y dejarse llevar un poco por esa filosofía zen. 

Pero el Ryoan-ji no sólo tiene el jardín seco de rocas, si no que también podemos alguna otra construcción y unos espectaculares jardines entre los que destaca el gran estanque que cuenta con un pequeño santuario. 


Otra de las atracciones del templo es la Tsukubai, un recipiente de piedra con forma de moneda antigua que lleva inscrito la frase «Sólo aprendo para ser feliz«, un concepto importante dentro la filosofía zen. 


Después de visitar este templo, volvemos a la parada del autobús 59 que nos lleva hasta la siguiente visita, el templo Ninna-ji. Este templo de la secta budista Shingon cuenta con varias edificaciones entre las que se encuentra una pagoda de cinco pisos, unos espectaculares jardines y una gran puerta de acceso, la Nio-mon, una de las más grandes de Kioto, 

En esta gran puerta se encuentran dos dioses Kongo y Rikishi, ambos con caras de muy pocos amigos la verdad. 


Paseamos por sus jardines y disfrutamos de momentos de soledad, es un templo que no suele visitar mucha gente, yo lo recomiendo junto con los otros dos para visitar tranquilamente en una mañana. 
Desde los jardines hay unas vistas muy bonitas de todo el entorno del templo, edificaciones y de su pagoda. 
El templo puede visitarse de 9 a 17 horas y su precio son 500 yenes.


Hay que reconocer que invertimos una buena suma en la entrada a los templos, pero merece totalmente la pena por poder disfrutar de un entorno así. 



A la salida del templo, justo enfrente, cogimos el autobús 10 hasta la parada de Yamagoe Nakacho, desde donde iríamos hasta nuestra siguiente visita. 
Nos íbamos a pasar la tarde a otro de los lugares famosos de Kioto, Arashiyama. 


Hasta Arashiyama se puede llegar de diferentes maneras, la mayoría de la gente utiliza el tren para llegar hasta allí desde la estación de Kioto hasta la estación Saga-Arashiyama. Pero nosotros, lo hicimos de otra manera. Desde la parada de Yamagoe Nakacho, cogimos el autobús 11 que nos llevó, tras unas cuantas paradas hasta Arashiyama. Este trayecto también estaba incluido en el pase diario de bus que teníamos.





Nos bajamos en la parada que está junto al puente Togetsukyo que significa «puente que cruza la luna«, uno de los símbolos de esta zona. 



Antes de continuar, aprovechamos para comer algo en alguno de los restaurantes que encontramos en esta zona, concretamente en un italiano que nos gustó, a Diego le apeteció pizza y fue un buen lugar para comerla.



Entramos al templo Tenryu-ji, el más famoso de Arashiyama y uno de los cinco templos budistas más importantes de Kioto. 
La visita al templo puede realizarse de 8.30 a 17.30 horas y la entrada individual son 600 yenes. 


Este templo está declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y posee unos preciosos jardines, por lo que es un reclamo para muchos visitantes, eso y que se encuentra justo al lado de otra de las atracciones de esta zona, su bosque de bambú. 


Recorremos parte de sus edificios caminando descalzos por sus suelos de tatami y disfrutando de la bonita decoración de sus paredes y puertas. 



Pero si por algo destaca este templo, es sin duda por sus impresionantes jardines, un lugar muy concurrido en las épocas de la floración del cerezo y en el otoño, épocas que imagino deben ser un espectáculo en ese lugar. 



Caminando por los jardines llegamos hasta la entrada del gran Bambusal de Arashiyama, el gran bosque de bambú que atrae a miles de turistas hasta aquí. Es sorprendente la altura de los troncos de bambú, de repente es como entrar en un lugar mágico que sólo se ve perturbado por la cantidad de gente que hay visitándolo, lo que hace una tarea bastante complicada el poder disfrutarlo bien y mucho más, poder hacer una foto en solitario, pero nosotros lo disfrutamos a nuestra manera. El calor que hacía ese día en Kioto también le restaba un poco de encanto al lugar, pero aún así, el bosque de bambú es un lugar de visita imprescindible si estás en la ciudad. 
Mientras paseas por los senderos rodeados de bambú, la luz cambia, se vuelve de una tonalidad verde preciosa.

 Los troncos de bambú, al mecerse con la brisa, producen un ruido que ha sido declarado por el gobierno japonés como uno de los 100 sonidos a preservar en Japón. 
Estábamos agotados y decidimos que no íbamos a visitar nada más por ese día, preferíamos ir al hotel a descansar y después salir a cenar por los alrededores de la estación. Al fin y al cabo habíamos visto las cosas más importantes que teníamos pensadas para ese día y también es muy importante recuperarse y descansar para poder continuar con un buen ritmo el resto del viaje. 
Volvimos tranquilamente caminando hasta la estación JR Saga-Arashiyama y desde allí cogimos un tren (válido con nuestro JR) hasta la estación de Kioto. 


Nos dimos una ducha y dormimos una siesta maravillosa, nos recuperamos totalmente para salir a cenar en uno de los muchos restaurantes que se encuentran en los alrededores de la estación. 
Entramos en un pequeño local donde era especialidad la ternera de wagyu fileteada estilo Kioto. El plato estaba buenísimo y consistía en una pieza de carne de ternera empanada y fileteada (Beef cutlet), servida con arroz y otras guarniciones. 
Cenamos de maravilla por 1800 yenes. 




Tras la cena nos fuimos dando un paseo hasta el hotel. Había sido un día muy aprovechado y tocaba volver a descansar y preparar las visitas del día siguiente, aún nos quedaban muchas cosas interesantes que hacer en Kioto. 



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2 comentarios en «Día 12. Kioto. De Kinkaku-ji a Arashiyama»

  1. Un día bien aprovechado! Lástima de la fatiga, pero es que el calor del verano…
    Para ver Arashiyama casi sin gente ahora mismi casi hay que acampar allí xD
    Un saludo

    Responder
    • Lo disfrutamos muchísimo, pero después de ver el bosque de bambú, el calor nos pasó factura y pensamos que lo mejor era ir a descansar, nos vino de maravilla!!! Un saludo Verónica!!

      Responder

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