Aventino y Termas de Caracalla

El monte Aventino es una de las siete colinas sobre las que se construyó Roma, es una visita muy agradable, no sólo por las vistas que desde allí se tienen de esta preciosa ciudad, sino también por contar con algunos monumentos que bien merecen el paseo hasta allí.

Una buena forma de comenzar esta visita es desde la Iglesia de Santa Maria in Cosmedin, la iglesia que se conoce por tener en su pórtico del siglo XII la Bocca della Veritá, un gran disco de piedra con la imagen del dios del mar que según la leyenda, muerde la mano de los mentirosos. Pero no os quedéis sólo con eso, si queréis poner la mano en la boca de la piedra, seguramente tendréis que esperar la fila que se monta allí, sorprendentemente la mayoría son japoneses!!!! Yo recomiendo pasar también a su interior y disfrutarlo. 


Los mosaicos son originales de la primera iglesia de San Pedro y datan del 706.

Se trata de una iglesia románica construida durante el siglo VI que cuenta con un precioso campanario medieval que puede verse desde bastante lejos. 


Justo enfrente se encuentra lo que se conoce como Foro Boarium, lugar donde se realizaba el mercado de ganado en la antigua Roma. Son dos los templos más importantes que se conservan, el Templo de Hércules, con su característica forma circular rodeado de columnas. Está dedicado al dios Hércules porque fue éste el que mató al gigante Cacus por robarle el ganado. 



El otro es el Templo de Portuno, un templo del siglo I a.C, dedicado al dios de los puertos. Es de planta rectangular y también está rodeado por columnas. Es un templo que está muy bien conservado.


Desde la Via Santa Maria in Cosmedin sale una callejuela en cuesta denominada Clivo de Rocca Savella, es una de las mejores maneras de llegar hasta el monte Aventino y disfrutar de lo que nos ofrece. 

Al llegar arriba, giramos a la derecha y enseguida nos vamos a encontrar con la imponente Iglesia de Santa Sabina, una iglesia construida en el siglo V en el mismo lugar donde se encontraba la residencia de Santa Sabina. 


Su interior, aunque a simple vista no es tan espectacular como el de otras iglesias de Roma, contiene algunas obras para ser admiradas, tales como las 24 columnas con capiteles corintios, el fresco sobre el ábside,  las decoraciones en mosaico y los bonitos grabados que hay encima de los arcos que sujetan las columnas. 
Se puede notar claramente la diferencia de altura entre la nave central y las naves laterales que quedan separadas por las dos hileras de columnas, esto es debido a la apertura de grandes ventanales para dar más luz al interior. 


Hay que prestar especial atención al mosaico que se encuentra sobre la puerta de entrada, aparecen dos figuras femeninas que representan los componentes principales del cristianismo en esa época temprana, los paganos o gentiles y los judíos. También en el mosaico podemos ver letras doradas sobre un fondo azul.


En el pórtico de la iglesia podemos ver una puerta de ciprés original del siglo V, que contiene 18 paneles paleocristianos que muestras escenas del Antiguo y del Nuevo Testamentos, entre ellas una de las primeras representaciones de la crucifixión. 


Salimos de la Iglesia de Santa Sabina y nos dirigimos hacia uno de los lugares que más expectación causa en la ciudad por el «secreto» que guarda. Justo enfrente del pórtico me encuentro con un tronco de árbol que tiene talladas dos figuras, bueno, reconozco que me lo he encontrado de casualidad porque lo que realmente me ha llamado la atención es el 600 color rosa que estaba allí aparcado jejeje. Vale, de acuerdo que el coche no resultará nada práctico, pero me parece tan bonito que no puede resistirme a hacer fotos a todos los 600 (antiguos) que me voy encontrando por la ciudad. 




Pues un poco más adelante llegamos a la Piazza dei Cavalieri de Malta, donde se encuentra la Villa de la Orden de los Caballeros de Malta, famosa por su puerta, bueno mejor dicho por el bucco della serratura, la cerradura a través de la cual se puede ver entre arbustos la majestuosa cúpula del Vaticano, ¿Será casualidad o ya pensaron en ello los que  construyeron dicha puerta?

Creo que sería mucho más sencillo que abriesen las puertas y dejasen ver el «secreto» claramente, aunque creo que se perdería la expectación que gira en torno a esta cerradura…. Al menos cuando fui no encontré mucha gente haciendo cola para mirar. 

Regreso por donde había llegado y voy hacia una de las puertas que se abren en el muro medieval donde se encuentra el Parco Savello, llamado también Parco degli Aranci (Jardín de los Naranjos) por los árboles que San Dominico trajo de España en el siglo XIII. 

Antes de entrar al jardín, hay que observar la bonita fuente que está pegada al muro, a la izquierda de la puerta, sobre la que hay una mascherone, una máscara. 

Una vez en el interior del Parco degli Aranci, lo mejor es acercarse hasta el mirador y disfrutar de una de las mejores visitas de la ciudad, en la que podemos distinguir algunos de los monumentos más famosos de la misma como la siempre presente cúpula de San Pedro o el grandioso monumento de Victorio Enmanuel II.

Desde el interior del jardín se puede ver la parte posterior de la Iglesia de Santa Sabina, donde se distinguen claramente las alturas de las naves y el ábside de la misma

Desde allí, pasando por el Circo Massimo del que hablaré en otra ocasión, llego caminando hasta uno de los baños más famosos de la antigua Roma, las Termas de Caracalla. 
La entrada general son 6 €.

Como en otras termas de la ciudad, las de Caracalla no eran sólo un lugar de baño, si no que disponían de gimnasio al aire libre, biblioteca, salas donde conversar, etc., era un buen lugar para entablar relaciones sociales. 

Se construyeron en el siglo III y suponían uno de los mayores complejos termales del momento. Han llegado hasta nuestros días en un buen estado de conservación, lo que nos permite hacernos una idea de todo lo que acontecía allí. A pesar de que sólo se ven grandes estructuras de ladrillo sin la decoración que contenía, la planta se conserva totalmente.


Se inauguraron en el año 268 d.C, mientras estaba en el poder Marco Aurelio Antonino Bassiano, conocido como Caracalla. Permanecieron en funcionamiento hasta el siglo VI, cuando la invasión visigoda destruyó los acueductos que eran los que llevaban el agua a estos centros termales. 

Siguiendo el recorrido marcado podemos ver las diferentes partes que las componían, tales como el Frigidarium, las palaestraes, el apodyterium (vestuario) y el natatio, la piscina. Hoy no queda nada de la gran cúpula que cubría el Calidarium, pero se cree que era tan grande como la del Panteón. 


Las Termas de Caracalla eran enormes y contaban con una decoración suntuosa, parte de la cual se puede ver en un pequeño museo subterráneo en las mismas. Además en diferentes partes se puede observar el suelo de mosaico, tanto de colores como en blanco y negro, así como otras partes de decoración.  
A pesar de los saqueos a los que se han visto sometidas a lo largo de los años, podemos disfrutar de parte de esa rica decoración, no sólo allí sino también en diversos lugares. En la Piazza Farnese hay dos enormes pilas de granito que formaban parte de este complejo (ya las mostraré en otro momento), otras esculturas se encuentran en diferentes museos italianos, como el Arqueológico de Nápoles. 


En una parte subterránea está instalado un pequeño museo con restos de decoración que se han encontrado y que pertenecían a las termas, destacan sobre todo los enormes capiteles de las columnas que hacen que puedas imaginarte la grandeza que tuvo ese lugar. 


Habiendo visitado también las Termas de Diocleciano, reconozco que me han gustado más las de Caracalla, aunque las primeras están en un conjunto muy interesante junto con la Basílica de Santa Maria degli Angeli y el Museo Romano. 

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