En el barracón número 10, el doctor Menguele y su equipo, llevaron a cabo todo tipo de atrocidades y experimentos con los cuerpos de los prisioneros. Las ventanas de este barracón estaban tapadas para que nadie desde el exterior pudiese ver lo que se realizaba en el interior, aunque en todo el campo se sabía.
Entre los barracones 10 y 11 hay un patio donde todavía permanecen los postes donde ataban y azotaban a los prisioneros, así como el muro de la Muerte donde eran fusilados. Las ventanas cercanas se tapiaban para que el resto de prisioneros no observara las ejecuciones.
Todo el recinto que rodea el campo está rodeado de alambradas electrificadas por las cuales era imposible escapar del horror. Si alguien lo intentaba, era disparado desde una de las garitas de vigilancia, por lo que el que aún se complicaba mucho más la huída.
Se conservan algunos instrumentos que tenían que usar los prisioneros en sus trabajos, incluso la horca donde eran ahorcados por decisión de alguno de los dirigentes del campo.
Incluso se puede entrar en una sala donde se encuentran alguno de los hornos crematorios que allí utilizaron.
El horror y la tristeza que se siente cuando recorres este campo, se multiplica cuando te trasladas al campo Birkenau o Auschwitz II, a poca distancia del primero.
El campo de Birkenau se creó con el propósito de ser un campo de exterminio para eliminar al mayor número de personas posible.
Impresiona la extensión del lugar, pero sobre todo impresiona cómo lo tenían todo planeado para matar de una manera «industrial». Los prisioneros llegaban en un tren hacinados en vagones, bajaban a la plataforma y directamente, muchas veces sin «selección», eran trasladados a las cámaras de gas y posteriormente a los hornos crematorios, los cuales funcionaban día y noche para intentar no dejar rastro del horror que estaban cometiendo. El olor pronto alertó al resto de prisioneros de lo que estaba sucediendo allí, debió de ser algo terrible darse cuenta del triste final.
Entramos a un barracón que aún permanece en pie como testigo de la barbarie, en su interior puede verse un conjunto de literas de madera donde dormían los prisioneros, casi sin espacio, sobre tablas sucias….. Unos agujeros a modo de letrinas servían para que hiciesen sus necesidades, sólo imaginar el olor que tenían que soportar hace que quieras salir de allí.
Antes de huir, los alemanes bombardearon las cámaras de gas y los hornos crematorios para intentar borrar las huellas de los horrores que allí habían acontecido. Hoy pueden verse las ruinas de esos lugares planeados únicamente para matar personas.
En Bikernau existe un monumento donde miles de personas de todo el mundo y condición, acuden a rendir un sentido homenaje a las víctimas que allí perecieron. Emociona ver a judíos acercarse hasta el monumento y depositar una pequeña piedra sobre él, algo muy típico en la tradición judía que tiene varias explicaciones, algunas hablan de que se hace para honrar al que allí yace dejando una piedra en señal de que el visitante estuvo allí, también hay quien dice que es un signo de eternidad… , en fin, sea cual sea el significado, es una manera de honrar a los seres queridos.
Con una sensación triste nos dirigimos hacia la salida, es hora de coger de nuevo nuestro coche y continuar con nuestra ruta.
En la próxima entrada hablaré de una ciudad preciosa, con una historia muy interesante y que nos sorprendió gratamente!!
2 comentarios en «Auschwitz, donde habitó el horror»
Hola!!, me encanta tu forma de realizar el contenido, el mundo necesita mas gente como tu
Muchísimas gracias!!!