Desde siempre había tenido claro que, cuando visitase Polonia, quería ir al campo de concentración de Auschwitz, siempre me ha interesado bastante el tema relacionado con la Segunda Guerra Mundial, había leído bastante sobre este lugar, incluso algún relato de testimonios reales y, la verdad, quería pasearme por allí para ver de primera mano el lugar en el que durante unos años se cometieron tantas injusticias, el lugar donde por un tiempo habitó el horror.
El que vaya buscando monumentalidad en este lugar, mejor que no vaya, hay quién piensa que es desagradable visitarlo, que no debería estar abierto al público, yo pienso todo lo contrario, hoy en día es lugar para visitar, para saber y conocer más sobre ese momento de la historia, pero sobre todo para ver con tus propios ojos cómo vivieron PERSONAS durante un largo período de su vida, alguna ni siquiera salió de allí y murió en unas condiciones horribles.
Es un lugar «raro», una visita diferente en la que no disfrutas de la belleza que tienes enfrente como puede pasar con una iglesia, una plaza de mercado o cualquier otro monumento, pero lo que puedo asegurar es que no deja indiferente a nadie, provoca algo en tu cuerpo difícil de explicar y sobre todo, al menos en mi caso, una pregunta constante: ¿POR QUÉ?