Dejamos atrás Monument Valley y nos vamos a ver otro de esos lugares que hacen especial esta ruta por el oeste americano, Antelope Canyon. Teníamos la reserva desde hace varios meses, pues queríamos hacer la visita a las 12 del medio día, la mejor hora, cuando el sol está más alto y la luz entra a través del cañón. Nosotros hicimos la reserva con Antelope Canyon Navajo Tours, http://navajotours.com/ y desde el primer momento nos atendieron fenomenal. Hicimos la reserva a finales de febrero para visitarlo el 18 de julio y pudimos elegir horario, pero una vez que estábamos allí vimos gente que llegaba sin reserva y no tenían disponibilidad para varios días, así que recomiendo reservar cuanto antes una vez que se tenga claro el día que se va a visitar. Nos contestaron con un correo electrónico que llevábamos impreso y no hubo ningún problema.
Antelope Canyon es un lugar mágico gestionado por indios navajos, la tribu más importantes de norteamérica.
El cañón ha sido horadado por el paso de las corrientes de agua durante miles de años en un proceso conocido como epigénesis, tiene una longitud total de 400 metros y sus paredes, esculpidas en arenisca, llegan a alcanzar los 40 metros de altura. Toda esta información y muchas cosas más nos contó el guía que nos acompañó a lo largo de la visita.
Desde el parking te trasladan en unos vehículos pick up hasta la grieta de entrada, el viaje hasta allí es bastante divertido, pues el terreno es bastante abrupto y los botes que da el vehículo hacen que te muevas de un lado para otro.
Nos tocó un guía bastante majo, un indio navajo que nos ayudó y se prestó a tomar fotografías de rincones que él conocía.
Una vez en la entrada de la grieta el guía te organiza en grupo y comienza el espectáculo!!! De verdad que para los que os guste la fotografía preparar el objetivo con el que queréis hacer las fotos en el interior del cañón antes de entrar, allí hay mucha arena en suspensión que podría dañar vuestras cámaras, seleccionar bien el modo y a disparar!!! No sé la cantidad de fotos que pude hacer allí, eso sí tenía que estar librándome en cada momento de una familia de asiáticos que no respetaban nada, no tenían ningún inconveniente en plantarse delante en el momento en el que estabas tomando una foto, allí que la luz va variando en cada minuto, creo que un momento notaron mi cara de desagrado y empezaron a respetar un poco más.
El guía nos iba mostrando los rincones más espectaculares y se paraba en lugares donde la luz y la arena formaban un espectáculo único. Para los indios navajos Antelope Canyon es un lugar sagrado, por eso sólo ellos pueden mostrar esta maravilla.
Llegamos al final del Cañón y salimos al exterior donde el guía nos muestra con su botella de agua cómo se llega a formar este tipo de formaciones. En días de mucha lluvia no se puede visitar el cañón por motivos de seguridad, de hecho en el verano de 2010 una gran tromba de agua sorprendió a unos visitantes y varias personas resultaron heridas.
La vuelta se hace por el mismo camino, por lo que tienes oportunidad de volver a disfrutar de los rincones más encantadores. En el momento en el que nosotros regresábamos hacia los vehículos, ya la luz no era tan buena, no era tan perpendicular a las zonas de entrada y no se formaba el haz de luz tan bonito, aún así seguía siendo espectacular.
En la salida están esperando los vehículos que nos llevan de nuevo hasta la zona del parking.
Todavía con la emoción y sin salir de nuestro asombro por las imágenes que hemos podido ver, paramos a comer en Page, en un típico restaurante americano con parrilla donde nos comemos unas costillas a la brasa que aún hoy cuando las recuerdo se me hace la boca agua.
Nada más comer nos dirigimos al sur de Page para encontrarnos con otro espectacular capricho geológico, la famosa Curva de la Herradura «Horseshoe Bend», un impresionante meandro formado por el indomable viento del desierto y el omnipresente río Colorado. Para llegar hasta allí hay que recorrer un camino de aproximadamente un kilómetro desde el aparcamiento, hay que tenerlo en cuenta, no sólo eso si no también la hora a la que se visita, sobre todo para la vuelta, ya que el calor y la pendiente puede jugarnos una mala pasada, una vez en el borde, las vistas hacen que el esfuerzo haya merecido la pena.
De camino hacia nuestro siguiente destino pasamos por el Lago Powel, el segundo lago artificial más grande de Estados Unidos, formado a partir del río Colorado por la construcción de la represa de «Glen Canyon» terminada en 1957. En medio de un paisaje casi desértico de piedra rojiza, destaca esta gran masa de agua.
Después de una breve parada para admirar esta obra de ingeniería, nos dirigimos hacia otro de los puntos fuertes del viaje, la visita al Parque Nacional de Bryce Canyon, pero esto ya será en la siguiente entrada……