Rennes, capital de la Bretaña



Hacía tiempo que queríamos hacer esta ruta por una de las zonas más bonitas de Francia, nuestra ruta por la Bretaña comenzó en Rennes. 


Rennes es la capital de la Bretaña Francesa, una tranquila y encantadora ciudad bretona donde empezar a disfrutar de la arquitectura de la zona y, sobre todo, de su exquisita gastronomía.


Llegamos a Rennes antes del mediodía y lo primero que hicimos fue ir a dejar nuestras cosas al que iba a ser nuestro hotel durante las próximas dos noches, el Hôtel Restaurant Les Loges. Cuando buscamos alojamientos en esta zona, queríamos que fuese algo económico y encontramos este que cumplía todo lo que nosotros pedimos a un hotel, por lo que fue todo un acierto. 

Sin perder mucho tiempo nos fuimos hasta el centro histórico para buscar un lugar para comer, en cuanto entramos en sus calles nos dimos cuenta de que esta ciudad nos iba a encantar ¡Qué arquitectura más bonita!! Más tarde, en nuestra ruta, descubriríamos lugares más bonitos aún, y es que toda la Bretaña es espectacular. 





Empezamos a ver muchas creperies donde empezar a probar este plato típico, así que nos sentamos en la terraza de una que nos gustó…. Pedimos dos creps bretonas y una botella de sidra natural, era la primera de muchas que nos bebimos en nuestro viaje!!!!


Después de comer seguimos conociendo las cosas más interesantes de Rennes, como por ejemplo el Parlamento de Bretaña, un monumento emblemático de la región, fue Sede del Tribunal de Justicia, y en su fachada podemos destacar una notable simetría, algo que nos recuerda a muchos edificios parisinos de la misma época.

En la misma Place de la Mairie en la que se encuentra el edificio del Parlamento, también nos encontramos con el edificio del Ayuntamiento de Rennes, construido bajo el reinado de Luis XV con una espectacular torre del reloj en la que se encuentra un campanario de estética claramente italiana. 

Enfrente del Ayuntamiento y junto a un precioso carrusel de esos que hacen las delicias de grandes y pequeños, se encuentra la Ópera, con forma redonda fue levantada en 1830. El edificio es obra de Charles Millardet  y en su parte superior se encuentran las estatuas del Dios Apolo y las Musas. 

Continuando con nuestro paseo nos encontramos con un bello edificio, se trata del Palacio de Comercio, se encuentra en la Place de la Republiqué, y también es la sede de Correos. 




Volvemos a las callecitas del centro histórico de la ciudad, donde podemos admirar un gran conjunto de casas con fachadas de entramado de madera. Rennes es la ciudad de Bretaña que posee mayor número de estas casas, y aunque los incendios han mermado su número, aún podemos disfrutar de muchas de ellas en su estado original. 


Las casas más antiguas corresponden al siglo XV, alguna de ellas tienen decoraciones en madera de figuras humanas bajo un voladizo, son las del período renacentista.

Siguiendo con nuestro paseo llegamos hasta uno de los monumentos más conocidos de la ciudad, las Puertas Mordelesas, construidas alrededor de 1440 son restos de la fortificación que rodeaba la ciudad. Eran la entrada principal a la ciudad de Rennes. Su nombre se debe a que era el camino que conducía a la población de Mordelles, cerca de Rennes. También aquí se encuentra la Torre Duchesne que fue añadida a la muralla defensiva que comunica con las Puertas y que también formaba parte de la estructura defensiva. 






Callejeando un poco llegamos hasta la Catedral de Saint Pierre, construida durante el siglo XVIII en estilo neoclásico y en la que destacan sus dos torres simétricas. Su interior no es nada espectacular, más bien austero y compuesto de una única nave. 




Continuamos por la Place des Lices donde se encuentra el edificio del mercado de la ciudad. Se trata de un edificio del siglo XIX construido en hierro y ladrillo, es una pena que lo encontremos cerrado, pues a nosotros nos gusta bastante perdernos un rato en los mercados de las ciudades y degustar allí mismo algún producto típico. Los sábados por la mañana se celebra en esta plaza un mercado de productos alimenticios bastante importante, pero tampoco pudimos disfrutarlo. 




De lo que sí pudimos disfrutar es del maravilloso entorno que rodea la Place des Lices, compuesto por impresionantes casas de entramado de madera del siglo XVII.




Seguimos paseando por las encantadoras callecitas del casco histórico de Rennes, descubriendo rincones realmente encantadores. 






La coqueta Place Rallier du Baty posee también varias casas construidas con la técnica del entramado de madera. Es una plaza donde puedes encontrar un gran número de bares y restaurantes con terrazas para disfrutar del buen tiempo. Una plaza con un gran ambiente francés….




Es impresionante el gran conjunto de casas de entramado con el que cuenta la ciudad de Rennes, un tipo de construcción que seguiríamos disfrutando en el resto de nuestro viaje. En Rennes hay alguna que destaca sobre las demás, este es el caso de la Maison Ti-Koz, situada en la Rue Saint Guillaume, es una de las más impresionantes del casco histórico de la ciudad, construida en 1505 fue pasto de las llamas en 1994, pero gracias a su reconstrucción hoy podemos volver a disfrutarla. En ella, además de su característico color rojo, destacan unas esculturas en su fachada. 


Llegamos a la Place du Champ Jacquet, de planta triangular es una de las plazas más bonitas de la ciudad, está rodeada por preciosas casas del siglo XVII, con el característico entramado y los tejados con buhardillas. En la plaza también se encuentra la estatua de uno de los alcaldes de Rennes, Lepardit. 
Antiguamente en esta plaza tenía lugar el mercado de las legumbres, el cual permaneció hasta el siglo XIX. 


Aquí también podemos encontrar alguna crepería donde degustar esta especialidad bretona. 
Y si esta plaza es bonita, la siguiente que visitamos no tiene nada que envidiarle, se trata de la Place de Sainte Anne, una de las plazas con más ambiente de la ciudad.
Como en el resto del casco histórico, también en esta plaza predominan las casas de entramado de madera, alguna bastante antigua, algo que podemos observar en el desnivel de la fachada principal, aún así, están construidas a conciencia y parece que sólo el fuego puede destruirlas. Alguna de las casas de esta plaza están catalogadas como monumento histórico. 


Es buen lugar para sentarse a tomar un refresco y descansar después de haber estado todo el día paseando por la ciudad. 

En el otro extremo de la plaza se encuentra la Iglesia de Saint Aubin, una iglesia gótica, cuya construcción no está totalmente terminada y de la que nos sorprendió su interior, sobre todo la luz que proyectaban las vidrieras sobre el suelo y las paredes de la misma. 
En la Rue de Saint Yves, donde se encontraba un antiguo hospital, hoy se levanta la Capilla de Saint Ives, data de 1494 y es una de las construcciones religiosas más populares. De estilo gótico alberga hoy en día la oficina de turismo, además pueden verse alguna exposición permanente sobre la historia de la ciudad. 


Continuando llegamos hasta el río, a estas horas de la tarde la luz es preciosa y nos deja imágenes espectaculares. 



En la Rue Gambetta se encuentra el precioso Palacio de Saint Georges, construido sobre una antigua abadía benedictina del siglo XI,  siendo Madeleine de la Fayette la abadesa mandó construir este palacio en 1670, de ahí las letras que pueden verse en su fachada. 

Cerca del palacio se encuentra una construcción de estilo art decó que es famosa no sólo en esta ciudad, si no en toda la Bretaña, se trata del edificio de la piscina municipal, levantado en 1925 con una bella fachada con mosaicos italianos obra de Odorico. También destaca en la portada principal una escultura de Neptuno.


Con esto dimos por finalizada nuestra visita a la bella ciudad de Rennes, así que volvimos al centro a buscar un restaurante para cenar, había llegado el momento de seguir disfrutando de la gastronomía bretona. 
Nos quedamos por la zona de la Place du Champ Jacquet y encontramos un restaurante con terraza bastante agradable. 
Esta vez pedimos otra especialidad que nos acompañaría a lo largo de nuestro viaje, los famosos moules (mejillones) servidos con patatas fritas y con una salsa marinera, y una galette, que es como se denominan las creps elaboradas con trigo sarraceno. Para beber volvimos a confiar en la sidra de la zona y creo que en ese momento ya nos volvimos adictos, jejejej, también compartimos una crep de nutella para rematar bien el día. 


Volvimos a por nuestro coche y nos fuimos a descansar al hotel, al día siguiente tocaba la visita a Vitré y Fougeres, dos ciudades espectaculares, así que no os perdáis la siguiente entrada!!!

Mª Ángeles. 

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