Wroclaw es de esas ciudades de Europa que, en cuanto pones un pie en ellas, sabes que te van a encantar. Se trata de una ciudad situada entre canales,  islas y multitud de puentes que conectan todas las partes de la ciudad, también es conocida como la «Venecia del Norte», aunque esto lo he oído también de otras ciudades y creo que es un apelativo que ya se utiliza con demasiada frecuencia, Venecia es Venecia y ya está.
Wroclaw también es conocida por Bresláu, su nombre en alemán, y es que esta preciosa ciudad del oeste de Polonia, fue una ciudad alemana hasta la Segunda Guerra Mundial, cuando fue repoblada por polacos de ciudades que quedaron bajo mandato de la Unión Soviética. 
Se denomine de una forma o de otra, lo que sí es bien seguro es que es una ciudad espectacular, con un patrimonio riquísimo que sorprende a cualquier viajero.
Llegamos a última hora de la tarde, aún con bastante luz y enseguida comenzamos a visitar la ciudad, lo primero que llama la atención es su imponente Plaza del Mercado, Rynek, que por sus dimensiones, es la segunda más grande de Polonia después de la de Cracovia. El ambiente que se respira en la plaza es muy agradable, terrazas de restaurantes, artistas callejeros y muchos turistas y locales que no quieren perderse tanta belleza. 
Fachadas de colores que fueron restauradas tras la Segunda Guerra Mundial se asoman a este espacio formando un conjunto monumental.

Pero hay un edificio que destaca en el Rynek, se trata del Ratusz, el ayuntamiento, construido entre los años 1327 y 1504 en estilo gótico silesiano (Wroclaw se encuentra en la provincia denominada Baja Silesia, de ahí el nombrecito), aunque también tiene influencia de otras épocas posteriores como ocurre con la torre de 66m, que data de 1536 o el precioso reloj astronómico de 1580. 
Merece la pena pararse frente a esta espectacular fachada y permanecer allí un rato observando cada detalle, las ventanas caladas, la arquería y sobre todo el gran frontón que se encuentra encima del reloj y que está coronado por sendos pináculos. Así que allí nos quedamos viendo cómo caía la tarde y disfrutando del espectáculo. 

Después de un intenso día, buscamos un hueco en una de las terrazas de la plaza par degustar un plato típico de la gastronomía polaca, en este caso, uno bastante influenciado por su pasado alemán, un codillo que estaba buenísimo!!! 
Cenamos de maravilla a la vez que disfrutábamos de las vistas del Rynek.

Después de cenar, damos un paseo y nos vamos a descansar a uno de los hoteles más bonitos en los que hemos pernoctado en esta ruta por Polonia, The Granary Suites, un hotel que se encuentra en un antiguo granero del siglo XVI de gran importancia histórica que ha sido cuidadosamente restaurado y que ofrece unas habitaciones encantadoras, además del resto del edificio. 
A la mañana siguiente empezamos la visita en el mismo lugar en el que acabamos la noche anterior, y es que la Plaza del Mercado de Wroclaw da para mucho!! Nos sentamos en una de sus terrazas a tomar un rico desayuno, aunque antes pasamos por la Plac Solny, la Plaza de la Sal, más pequeña que el Rynek y con un nombre que recuerda que la ciudad se encontraba en plena ruta de la sal. Hoy en día abundan las terrazas de restaurantes y los kioscos de venta de flores. 

En una de las esquinas de la plaza, se encuentran dos casas góticas denominadas Jas y Malgosia (Juan y Margarita), aunque en realidad todo el mundo las conoce como Hansel y Gretel, se encuentran unidas por un arco barroco. Se encuentran en el lugar donde antiguamente se ubicaba un cementerio del cual no queda nada más que la Iglesia de Santa Isabel, ubicada a la espalda de estas dos casas. 
La iglesia de Santa Isabel  es del siglo XV y destaca su gran torre, la más alta de la ciudad, desde la que se obtienen unas vistas maravillosas después, eso sí, de subir sus 400 escalones.
Menos mal que habíamos desayunado bien, porque cuesta subir hasta lo más alto de la torre, pero una vez que llegas arriba, te das cuenta de que el esfuerzo ha merecido la pena por poder disfrutar de las espectaculares vistas. 

Una vez abajo, continuamos visitando la ciudad, esta vez nos vamos a conocer uno de los lugares que hacen famosa a esta ciudad, su universidad. Se trata de una universidad fundada por los jesuitas y entre cuyos estudiantes se encuentran hasta 13 premios Nobel. 
El edificio principal de la universidad es el Collegium Maximum, un gran edificio situado frene al río Oder y en cuyo interior se encuentra una de las salas más bonitas y espectaculares que cualquier universidad pueda tener, el Aula Leopoldina, un derroche de estucos, esculturas, frescos con trampantojos, vamos una sala barroca donde las halla. Para visitar su interior hay que pagar una entrada, y una vez dentro puedes disfrutar de ella todo el tiempo que desees, puedes sentarte en los bancos de madera, en busca de inspiración. 

También en el interior del edificio se encuentra el Oratorium Marianum, una bella sala, más modesta que al anterior, dedicada únicamente a conciertos. En esta capilla se recuerda el momento en el que que Brahms tocó el himno Gaudeamus para la inauguración del curso.
Desde la terraza de la universidad también se puede obtener una buena panorámica de la ciudad.


En el mismo recinto de la universidad se encuentra la Iglesia del Sagrado de nombre de Jesús, con un interior espectacular de estilo barroco.

Continuamos nuestra visita y nos vamos, atravesando el puente Tumski, construido entre 1888 y 1892,  hasta la Isla de la Catedral, donde tiene su origen la ciudad de Wroclaw debido al asentamiento de de los primeros habitantes, de origen eslavo, allá por el siglo IX. En la actualidad es un barrio eminentemente eclesiástico en el que se encuentran varias iglesias.

Destacan las dos torres de la armoniosa Catedral de San Juan Bautista, construida en el siglo XIII sobre un antiguo templo del siglo X. Esta Catedral fue casi totalmente destruida en los últimos días de la Segunda Guerra Mundial y fue reconstruida en los años siguientes.

También en esta isla se encuentra la Colegiata de la Santa Cruz y San Bartolomé. Se trata de un templo gótico de 1350 y es reconocible por su gran torre cuadrada con aguja de cobre. Esta iglesia es una de las más ilustres del país y tiene la peculiaridad de ser única en su forma, ya que en realidad se trata de dos iglesias situadas en dos alturas diferentes, la superior está dedicada al culto católico que es la iglesia de la Santa Cruz,  y en la cripta se sitúa la iglesia ortodoxa de San Bartolomé.

Volvemos a la parte antigua de la ciudad por otro de los puentes, desde allí, las vistas dela isla de la catedral son muy bonitas.

Llegamos al Rynek y allí buscamos una terraza para comer, había llegado el momento de seguir disfrutando de la rica gastronomía polaca. Esta vez pedimos unos platos para compartir, uno de ellos de pierogi nuskies, otra variedad de este plato típico polaco.

Después de comer, y para bajar un poco todo lo que nos habíamos comido, nos vamos a seguir conociendo la ciudad. Pasamos por la Iglesia de Santa María Magdalena, construida en 1362 en estilo gótico con una espectacular portada románica que fue construida en el año 1200 en un monasterio de Olblin y posteriormente traslada, piedra a piedra hasta Wroclaw.

También pasamos por delante del Hale Targowa, el Mercado Central, un edificio de ladrillo del siglo XIX que antiguamente fue un garaje de tranvías. A las horas que pasamos por allí ya estaba cerrado, por lo que nos tuvimos que conformar con verlo sólo desde el exterior.

Llegamos a la orilla del río Oder, a una zona desde donde hay unas vistas muy bonitas de la isla de la catedral.

Nos encontramos en el Parque Slowacki, una gran zona verde donde destaca un moderno edificio circular y que se ha convertido en uno de los lugares más visitados de la ciudad. Allí se expone «El Panorama Raclawicka, una pintura de 1893 de 115 metros de largo y que conmemora la batalla en la que el ejército polaco venció a las tropas rusas en 1793. Si queréis visitar la obra hay que tener en cuenta que cierran pronto, de hecho nosotros ya no llegamos. Aquí dejo el enlace con los horarios y los precios por si alguien quiere planificar la visita con antelación.

Todo el que visite Wroclaw encontrará por sus calles numerosas esculturas de enanitos o gnomos cada una de ellas diferente, de hecho se ha convertido en una atracción más de la ciudad, todo tiene una explicación y en este caso es bastante curiosa:
En 2001 se colocó la primera escultura, se trata del «Papé Enano», en este caso fue colocado por las autoridades para conmemorar un movimiento llamado Orange Alternative que surgió en los años 80 como protesta contra el régimen comunista. En ese momento no se podía llevar ninguna consigna política si no querías terminar arrestado por la policía, por lo que los miembros de este movimiento optaron por disfrazarse de enanos con un sombrero naranja y una flor, esta era su forma de protestar contra el duro régimen. Desde ese momento se fueron colocando muchos más, hasta llegar a casi 200 que hay repartidos por toda la ciudad. Puede resultar gracioso hacer una ruta en busca de ellos!!!!
El papá enano está colocado en el lugar donde se realizaban los actos de protesta, la calle Swidnicka.

Para terminar nuestra visita a esta espectacular ciudad, volvemos a su centro neurálgico, al Rynek y allí nos quedamos el resto de la tarde, entre la Plaza de la Sal y La Plaza del Mercado, disfrutando de su ambiente, de los artistas callejeros y sobre todo, de los bellos edificios que rodean a ambas plazas.

Cenamos allí también, como el día anterior, y tras la cena nos retiramos a descansar a nuestro hotel, al día siguiente queríamos madrugar bastante para comenzar temprano la ruta, teníamos por delante muchas cosas para ver, pero eso será en la siguiente entrada.

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