En esta zona hay muchísimos restaurantes, así que para ese día no buscamos mucho y nos sentamos a cenar en uno de ellos. Pedimos pulpo a la brasa y una típica francesinha, una especie de sándwich bastante completo, por cierto. No es que sea una delicia, pero hay que probar los productos típicos de la tierra, jejeje!!!
Dimos un agradable paseo por la Ribeira y para volver al hotel cogimos un taxi allí mismo, merece la pena.
Una de las primeras paradas del día fue la Estación de ferrocarril de Sao Bento, a simple vista puede apreciarse la gran influencia parisina en su construcción, pero no es su exterior, que también, lo que más llama la atención, sino su vestíbulo principal, donde hay una muestra impactante de azulejos diseñados por el artista Jorge Colaço en 1930. En total suman unas veinte mil piezas con escenas de batallas históricas, así como una historia de los transportes.
La Rúa de los Clérigos es una de las más monumentales de la ciudad, al final de la misma se encuentra la iglesia del mismo nombre, la cual tiene una torre del maestro italiano barroco Nicolau Nasoni, una torre con 76 metros de altura a la que se puede acceder, así que allá vamos, en todas las ciudades en las que podemos subir a alguna torre para ver vistas espectaculares, lo hacemos (aunque en algunas lleguemos con la lengua fuera, jejeje). Es la torre eclesiástica más alta del país, y los navegantes del Duero la utilizaban como punto de referencia.
Aunque el acceso a la iglesia es gratuito, para subir a la torre hay que pagar dos euros, pero son bien aprovechados. De su interior llama la atención el retablo de la capilla mayor, creado por Manuel Porto en mármol policromado.
Tras subir 225 escalones por una empinada escalera de caracol, llegamos hasta la parte superior de la torre, desde donde se obtienen algunas de las mejores vistas de la ciudad.
Al salir de la iglesia nos vamos hasta la Rua das Carmelitas, donde se encuentra una de las librerías más bonitas del mundo, la Lello e Irmao, una joya neogótica de 1906. Se trata de un lugar increíble, con un encanto especial, tanto que ha sido utilizada como escenario de diferentes películas, entre ellas la segunda entrega de Harry Potter. Merece la pena pasar, observar su escalera, estanterías e incluso sentarse un rato para poder disfrutarlo mejor. Ojalá joyas así puedan mantenerse para siempre.
Continuando con la visita llegamos al final de la Rua das Carmelitas, donde se encuentra la bella Iglesia del Carmen, forrada parcialmente de azulejos es uno de los mejores ejemplos de la arquitectura rococó de la ciudad de Oporto. El panel de azulejos es obra de Silvestre Silvestri, una obra de 1912 que ilustra la leyenda de la fundación de la orden de los carmelitas. Junto a esta iglesia se encuentra la iglesia de dicha congregación.
Desde ahí la visita continúa por el casco histórico de la ciudad, donde el encanto de la decadencia y el «desconchao» cobra el protagonismo, y que desde luego bien le ha valido para el reconocimiento como Patrimonio de la Humanidad.
Callejuelas con ventanas con ropa tendida forman una imagen pintoresca (y en algunos lugares lo prohiben jeje), tiendas con el encanto de antaño….Un verdadero placer pasear por allí.
Llegamos a la Plaza del infante Dom Henrique, cuya estatua preside la misma señalando con el dedo hacia las nuevas tierras con una bola del mundo a su lado. En dicha plaza se encuentra el edificio del Palacio de la Bolsa, así como la Iglesia de San Nicolás, un antiguo templo reconstruido tras el incendio que asoló la ciudad en 1758 y que ahora luce decorada con ventanales y azulejos.
Justo enfrente de la Iglesia de San Nicolás, se encuentra la Iglesia de San Francisco, uno de los pocos templos medievales que aún se conservan en la ciudad.
Ya empezamos a tener vistas del río Duero a su paso por la ciudad!!! Estamos llegando a la Ribeira, el día anterior la vimos de noche y no pudimos disfrutar de todo su esplendor, así que era el momento de estar allí y de buscar un lugar agradable para comer.
Como ya pudimos comprobar la noche anterior, la zona de la Ribeira tiene un ambiente espectacular y con la luz del sol tiene mucho más encanto.
Nos sentamos a comer en una de las numerosas terrazas que hay en esta zona, la temperatura es muy agradable y las vistas espectaculares. Siguiendo con la gastronomía lusa, pedimos un típico arroz con rape y unos boliños de bacalao.
Si hay algo que destaca en esta zona de la Ribeira y que identifica también a la ciudad, es el Puente de Don Luis I, un puente construido en 1886 por un alumno de Gustave Eiffel. Se puede cruzar a diferentes niveles y observar unas vistas increíbles de la Ribeira. Pero eso sería después, antes decidimos subir a la parte alta utilizando el funicular Dos Guindais que se encuentra justo enfrente del puente. Por dos euros en pocos minutos estás arriba, por lo que creo que merece bastante la pena. (Actualmente la tarifa son 2,5€, puede verse actualizado aquí)
Una vez arriba nos vamos hasta la plaza donde se encuentra la Catedral de Oporto. Desde esa zona se puede observar una Oporto diferente, pero no menos encantadora.
La Catedral de Oporto, la Sé, fue fundada en siglo XII y construida sobre un antiguo convento. A pesar de haber sufrido varias modificaciones, aún conserva su perfil románico. En su interior guarda un gran tesoro, un claustro gótico del siglo XIV que hace las delicias de todos los visitantes.
En el piso superior del Claustro se encuentra la obra maestra de Vital Rifarto, del siglo XVIII. Sus azulejos muestran con todo detalle escenas del Cantar de los Cantares.
Salimos de la catedral y volvemos hacia el Puente de Luis I para cruzarlo caminando por su parte superior. Es inevitable pararse un millón de veces para observar las vistas, preparad la cámara, !!!
Iniciamos un paseo por Vila Nova de Gaia, por la zona donde se encuentran las famosas bodegas del vino de Oporto.
Nosotros visitamos la Bodega Vasconcellos, donde un guía nos explica la elaboración del famoso vino de Oporto, un vino al que cortan la fermentación añadiéndole aguardiente, lo que le da un sabor y una graduación bastante especial. Existen varios tipos según la uva y el proceso de elaboración, nosotros tuvimos la oportunidad de probar alguno de ellos en la propia bodega.
Al salir de la bodega decidimos quedarnos un rato por esa zona, las vistas del otro lado del río eran espectaculares y no queríamos perdernos la caída del sol, cuando la luz empieza a bajar y los colores se intensifican, para mí es uno de los mejores momentos del día para la fotografía.
Decidimos volver a la zona alta de la ciudad haciendo uso nuevamente del funicular, ya que quedaban cosas por ver en esa zona, como por ejemplo la preciosa iglesia de San Ildefonso, una obra barroca de Nasoni que se encuentra en la Praça da Batalha.
En la Rua Santa Catarina se encuentra el emblemático Café Majestic, con un ambiente selecto y elegante es uno de los más famosos de la ciudad. En él se daban cita grandes poetas y escritores. Mientras te tomas un café y alguna porción de tarta, puedes disfrutar de música en directo. Es un buen lugar para hacer una parada después de una larga caminata por la ciudad.
Después del descanso merecido, descendemos por la comercial Rua de Santa Catarina donde se encuentra la popular Capilla das Almas y los típicos y encantadores comercios de productos portugueses hasta llegar a la famosa Avenida de los Aliados.
Pasamos por delante del famoso McDonald’s, creo que es de los más bonitos del mundo, se encuentra en lo que antiguamente fue el Café Imperial, de 1936 y han respetado casi toda la decoración e incluso la fachada con águila imperial. No nos quedamos a cenar aquí, queríamos ir a uno de los más famosos de la zona de Ribeira, el Chez Lapin, un restaurante totalmente recomendado donde degustar típicos platos portugueses. La verdad es que cenamos de maravilla!!!
Después de cenar dimos un corto paseo nocturno por la orilla del río y enseguida nos fuimos a descansar, al día siguiente seguiríamos descubriendo la ciudad.