Mont Saint Michel y Saint Malo

El día anterior quedamos fascinados con la breve visita que hicimos al Mont Saint Michel, así que estábamos deseando volver al él por la mañana y visitar su espectacular Abadía, así que nos levantamos temprano y desayunamos en el salón de la casa donde nos habíamos alojado junto con otros huéspedes.

Llegamos allí en autobús, no queríamos perder mucho tiempo en el camino ya que nos quedaban más visitas para ese día. 


Entramos al recinto por la puerta Bavole y continuamos por la calle principal, aún se podía caminar bien y no había grandes masas de turistas. Hay que tener en cuenta que allí viven de forma permanente sólo 40 personas, de los que más de un cuarto son monjes y monjas, pero en un sólo día, el Mont Saint Michel puede albergar a más de 20.000 turistas, así que podéis haceros una idea de lo que puede ser su calle principal en «hora punta». 


Para evitar largas colas, nos fuimos directamente, sin parar por ninguna de sus encantadoras tiendecitas muy a mi pesar, jejeje, hasta la entrada de la Abadía. Para visitarla hay que pagar un ticket de 9 € por persona, y es una visita guiada que merece mucho la pena.
La Abadía benedictina del Mont Saint Michel fue declarada Monumento Histórico en 1862, y ya forma parte de los lugares declarados Patrimonio de la Humanidad. No voy a contar aquí mucha historia del lugar, únicamente de nuestra visita, si queréis saber más sobre su construcción e historia podéis visitar su página oficial

Una vez en la Abadía, a la que se accede por una gran escalera, se tienen buenas vistas del pequeño pueblo medieval que se encuentra a su alrededor. 

Lo primero que visitamos fue su iglesia, famosa por la mezcla de estilos arquitectónicos que se pueden ver en su construcción. 

También desde la iglesia se pueden ver vistas muy bonitas de toda la bahía que rodea el monte, en este momento con la marea muy baja, lo que permite realizar excursiones a pie sobre sus arenas. 


Para mí, la parte más espectacular del interior de la abadía, llega con la visita al Claustro, concebido para la meditación espiritual de los monjes que habitaban en el lugar. En él destacan las columnas de granito rosa y su impresionante jardín medieval.

También el Refrectorio es una de las salas más bonitas que encontramos en la abadía, a esta sala llega la luz a través de unas ventanas que se encuentran en una de las paredes, es una luz difusa que le da un ambiente especial a la estancia. 


Terminamos con la visita a la abadía y volvemos por la calle principal, ahora sí disfrutando de alguna de sus tiendecitas en las que adquirimos algún recuerdo de este fantástico lugar. Incluso aprovechamos para mandarnos una postal desde la oficina de correos del propio Mont Saint Michel!!! Qué alegría cuando llegas a casa y la encuentras en el buzón, de alguna manera es como volver a estar allí….En nuestros viajes lo hacemos siempre que podemos y ¡Nos encanta!

Cuesta dejar este lugar y son muchas las veces que volvemos la vista atrás para seguir viendo la inconfundible silueta del Mont Saint Michel. 


Al medio día llegamos a Saint Malo, una preciosa ciudad amurallada con una casco antiguo por el que perderse. En ocasiones ha sido apodada como la «ciudad de los corsarios» por su pasado pirata. 
El casco histórico de la ciudad se encuentra en lo que se denomina «ciudad intramuros», un conjunto de calles y pasadizos con rincones encantadores. 

Entramos a la ciudad por una de sus puertas y, como es la hora de comer, buscamos un lugar donde saciar nuestro apetito. Nos sentamos en una Crepería donde pedimos una botella de sidra y dos crepes elaboradas con trigo sarraceno. 

Continuamos visitando el casco histórico de la ciudad, paseando por sus calles más concurridas y por sus  murallas, donde encontramos artistas de todo tipo que intentan ganarse la vida. 


Decidimos acceder a la muralla y recorrerla admirando las vistas que dan a su costa, con una playa apetecible donde se encuentran disfrutando un gran número de personas. Más tarde tendríamos la oportunidad de comprobar que el agua que baña estas costas en muyyyyyyyy fría, no tan apetecible al baño como puede parecer en un primer momento.


Desde el puerto de St Malo decidimos tomar un barco que nos cruza hasta la vecina Dinard, una ciudad de vacaciones con un aire sofisticado, debido sobre todo a que a finales del siglo XIX los aristócratas británicos construyeron grandes mansiones Belle Époque que le confieren ese ambiente de exclusividad. 
Desde el barco también se pueden ver unas buenas vistas de la ciudad de Saint Malo según nos vamos alejando. 


Ya en la ciudad de Dinard, nos vamos a disfrutar de su ambiente de playa, una playa en la que encontramos unas casetas de lona de rayas azules que le dan un encanto especial. Bañarnos no nos bañamos, tampoco íbamos preparados para ello, pero sí que nos mojamos un poco los pies!!!



Después de un agradable paseo por la playa, volvimos hacia la zona desde donde salía de nuevo el barco con dirección a Saint Malo.
Hay varios personajes que son relacionados con esta localidad, entre ellos Agatha Christie que acudía a bañarse a sus aguas y Alfred Hitchcok, el cual dicen que se inspiró en una de las mansiones de Dinard para la película de Psicosis e incluso que alguna escena de la película de Los Pájaros fue rodada allí. Dinard es sede de un festival de cine británico en el que el premio que se otorga es un «Hitchcock». 
Cerca del casino de la ciudad podemos ver una estatua que recuerda la relación de Hitchcock con esta localidad. 


Ha llegado el momento de volver, nos dirigimos hacia el puerto donde ya nos espera el barco.


De nuevo en Saint Malo volvimos a su casco histórico y dimos con uno de esos lugares que por suerte encuentras, queríamos tomar una cerveza y buscamos algún lugar donde sentarnos tranquilamente, la casualidad hizo pasáramos por la Rue Sainte Barbe y que en su número 3 encontrásemos Le Café du Coin, nada más traspasar su puerta nos quedamos con la boca abierta. 
Es un lugar lleno de juguetes y muñecos de todo el mundo, con paredes de madera y un ambiente antiguo que confiere al lugar más encanto aún. Pedimos un par de cervezas e hicimos miles de fotos, jejeje. Si vais a Saint Malo no os perdáis este lugar!!!


Antes de buscar un sitio para cenar, nos vamos a ver el puerto deportivo de Saint Malo, a Diego le encantan los barcos y allí hay hasta uno pirata!!!



Volvemos a adentrarnos en la ciudad intramuros para buscar un lugar para cenar. Por el casco histórico hay muchos restaurantes, calles enteras, así que no es difícil dar lo que buscamos. Queríamos cenar uno de los platos típicos de la zona, una fuente de mejillones con patatas fritas que estaban exquisitos. 

Teníamos que llegar hasta Dinan donde teníamos nuestro alojamiento, pero no queríamos marcharnos de Saint Malo sin ver el atardecer desde sus murallas, así que llamamos por teléfono a los propietarios de la casa donde nos íbamos a alojar para avisarles de que llegaríamos un poco más tarde, hicimos bien en quedarnos porque disfrutamos de un fantástico atardecer. 


Al día siguiente nos esperaba la visita a una de las ciudades medievales más bonitas de la región!! 

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2 comentarios en «Mont Saint Michel y Saint Malo»

  1. Me están viviendo genial tus post M. Angeles!!! Me lo apunto todo… Nosotros hemos cogido un hotel para dos noches en saint malo en frente de la playa! Y de allí nos moveremos a pueblos de cerca!!! Gracias por la información guapa!!!

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    • Qué bien!!! me alegro un montón, es una zona preciosa, seguro que os va a encantar, una perfecta combinación de playa, monumentos, gastronomía y paisajes espectaculares!!! Un beso y a seguir con esa ilusión viajera!!!

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