Día 2. Cortina d’ Ampezzo y Los lagos de los Dolomitas

Hoy teníamos por delante uno de los días más intensos de este viaje, queríamos llegar a alguno de los lagos más famosos de la región, y también visitar alguna de sus poblaciones más famosas. Entre los lagos que se encontraban en el plan estaba el famoso Lago di Braies. Hasta hace un tiempo no había oído hablar nunca de este lugar, las imágenes que siempre veía de los Dolomitas (y que fueron las que nos enamoraron de esta zona) eran del Valle de Funes que también visitaríamos en esta escapada. Pero instagram y otras redes sociales convirtieron al Lago di Braies en uno de los sitios de moda y nosotros queríamos ir a comprobar si realmente es tan «mágico» como dicen. Os lo contaré un poco más adelante…





Nos despertamos en nuestra preciosa casita alpina y lo primero que hicimos fue asomarnos a la terraza para ver las vistas ya que el día anterior habíamos llegado ya de noche, y qué maravilla!!!  
Nos preparamos y bajamos a desayunar antes de comenzar nuestra ruta. 

La ruta de hoy comenzaba y terminaba en el mismo sitio, esa noche volveríamos a dormir a Villa Flora Mountain Lodges, una ruta circular bastante asequible para un día, parando en muchos lugares y tomándonos el tiempo necesario para cada lugar. 


Nuestro primer destino era el Lago Ghedina, muy cerca de Cortina d’Ampezzo, pero antes pararíamos bastantes veces por el camino para disfrutar de los paisajes tan espectaculares que nos íbamos encontrando. 

Una de las paradas fue en el Paso Valparola. Ya habíamos leído que visitar los Dolomitas en esta época era un espectáculo por las flores que llenaban sus campos y así fue, qué maravilla!!!!

Más adelante también paramos para ver una de las vistas de las famosas Cinco Torres!


Llegamos al Lago Ghedina, otro de los más bonitos de nuestra ruta. La casita en medio del lago, que es un restaurante con alojamiento, le da un encanto especial. 

En el Lago no te puedes bañar, bueno al menos que seas perro jejeje. Allí estuvimos viendo cómo se bañaba este perrete que se lo estaba pasando en grande. 


Deshacemos la carretera y nos vamos a Cortina d’Ampezzo que se encuentra muy cerca. 
Esta localidad alpina, situada en un lugar privilegiado rodeada de montañas, es una de las poblaciones de montaña más famosas del mundo. En 1956 fue sede de las Olimpiadas de invierno y es un destino de esquí de los más frecuentados. 

El día de nuestra visita se estaba celebrando una carrera de montaña que tenía la meta en el centro de la localidad, así que el ambientazo que había en sus calles era impresionante. 

Aprovechamos a entrar a un supermercado y comprar algunas cosas para hacer un picnic para comer, nos encanta, ya lo hemos hecho en otros viajes y qué buena sabe la comida en la naturaleza jejeje. 
Nuestra siguiente parada, el Lago Misurina. Allí encontramos unas mesas en la orilla perfectas para nuestro plan, vamos como un restaurante con estrellas michelín, comer con esas vistas fue un privilegio. 



Debajo de las Tres Cimas de Lavaredo encontramos el Lago Misurina, reconocido como uno de los lagos más bonitos de Italia. 
Como curiosidad, leímos que se encuentra en un lugar privilegiado, con un microclima y condiciones ideales para la salud, especialmente para las enfermedades respiratorias, si ya decía yo que allí se estaba de maravilla jejeje. 


En este viaje también nos llevamos a nuestro drone «Totoro», es una pasada ver esos paisajes desde la perspectiva que puede ofrecerte. 


Teníamos pensado acercarnos hasta un punto desde donde se veían bastante cerca las Tres Cimas de Lavaredo, pero para poder acceder a la carretera panorámica que te lleva hasta allí y que se encuentra dentro del Parque Natural  hay que pagar 30€ por vehículo. Nosotros no lo hicimos porque no le íbamos a poder dedicar mucho tiempo, creemos que si vas con más tiempo y a disfrutar de toda la ruta que ofrece, sí que merecerá la pena pagar. 

Nos dimos la vuelta y continuamos hacia el Lago di Landro, un lago con un precioso azul turquesa. 

De camino al siguiente destino, y  para nuestra sorpresa, encontramos un lugar desde donde se veían perfectamente las Tres Cimas de Lavaredo, una de las imágenes más conocidas de los Dolomitas. De esta manera nos quitamos un poquito la espinita de no haber hecho la ruta panorámica para verlas.


En nuestro plan, la siguiente parada era ya el Lago di Braies, pero nos desviamos sólo un poco porque vimos una indicación de otro lago y nos dejamos llevar. Tengo que decir que fue una sorpresa muy agradable, el Lago Dobbiaco se encuentra entre el Parque Natural de las Tres Cimas y el Parque Natural Fanes-Sennes-Braies, los dos parte del Patrimonio de la Humanidad declarado por la Unesco.
Al igual que el Lago di Landro, el Lago Dobbiaco es de un color azul turquesa impresionante. 

Como nuestra idea era llegar a última hora al Lago di Braies para evitar la gran afluencia de gente, decidimos sentarnos en el restaurante del Lago Dobbiaco a tomar algo. Yo me tomé un helado y Diego un capuccino con una porción de apfelstrudel, en esta zona de Italia se nota la influencia austríaca y alemana tanto en los dulces como en la cerveza.


Después del descanso, ahora sí, nos vamos al Lago di Braies
Según llegas ya te das cuenta de la infraestructura que tienen allí montada, parkings para coches, para autobuses… alguno de ellos bastante alejado la verdad. Llegamos cuando la mayoría de la gente se había marchado así que no tuvimos ningún problema en aparcar cerca. 


Tengo que decir que cuando llegamos a la orilla del lago no me impresionó, o al menos no tanto como me había impresionado el Lago Carezza por ejemplo. 


Como aún quedaba bastante luz, decidimos hacer el sendero completo para dar la vuelta al lago, es un camino de aproximadamente una hora en el que disfrutas de diferentes perspectivas del lago. Aunque pueda parecer un poco pesado, os aseguro que merece muchísimo la pena. Casi todo el recorrido lo hicimos solos y pudimos descubrir esa «magia» que dicen que tiene Braies. 

Tardamos un buen rato en irnos porque el lugar terminó cautivándonos. Esa luz de última hora de la tarde hace todo mucho más bonito.




Para cenar nos fuimos a Brunico, otra de las localidades más bonitas de esta zona. 
Dimos un pequeño paseo por el pueblo buscando un lugar para cenar.






Era un poco tarde para sus horarios de cena y no tuvimos muchas opciones para elegir, aún así cenamos bastante bien en el restaurante pizzería Al Leone D’Oro. Compartimos unos canederli diferentes a los del día anterior y una pizza que estaba bastante buena. 


Como lo poco que habíamos visto del pueblo nos había gustado mucho, decidimos que fuese nuestro primer destino al día siguiente, además también queríamos ver su castillo y ver con más luz algunos rincones que prometían mucho.
Tocaba volver a nuestro alojamiento a descansar, aún nos quedaba por disfrutar alguno de los platos fuertes de este viaje!!!





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