Día 10. Cumpleaños en Takayama

Después de la visita a la aldea de Shirakawa-go, pusimos rumbo a nuestro siguiente destino, Takayama. LLegamos al hotel a última hora de la tarde y desde el momento en que aparcamos nuestro coche en el parking del mismo, supimos que iba a ser un lugar especial. Al día siguiente era mi cumpleaños, así que quisimos darnos un pequeño homenaje y en parte por eso reservamos este hotel, ya que tenía onsen privados y estaba incluida una cena típica, el hotel es el Takayama Ouan y podéis ver aquí el post de hoteles de nuestro viaje a Japón. 
Al día siguiente descubriríamos que Takayama es un lugar muy especial y encantador donde merece la pena ir. 



Desde que hicimos el check-in tuvimos que dejar nuestras zapatillas en una taquilla y olvidarnos de ellas hasta que saliésemos del hotel. Todo el hotel es de tatami y está prohibido pisar con calzado de la calle, así que a ponernos las típicas chanclas japonesas!!! Me encanta jejeje. 


Subimos a la habitación, nos dimos una merecida ducha y nos pusimos nuestros «pijamas japoneses»  para integrarnos totalmente en la cultura japonesa y nos fuimos al salón donde se ofrecía la cena.
La cena estuvo espectacular, con un buffet donde podías elegir entre gran variedad de productos y ternera de Hida para prepararte tu mismo en una barbacoa japonesa. La carne estaba exquisita!!!! 


Después de cenar, volvimos a la habitación a recoger las toallas para irnos al onsen, sólo tuvimos que esperar un rato para disfrutar de un momento de relax total, el agua estaba bastante caliente y nos costó acostumbrarnos, pero después sólo quedaba disfrutar. 


Tras esta experiencia nos fuimos a descansar a nuestra habitación, al día siguiente nos esperaba la ciudad y teníamos que aprovechar bien el tiempo. 

FELICIDADES!!!!  Pues sí, el día que visitamos Takayama era mi cumpleaños, cuando naces en época de vacaciones, puedes tener la suerte de celebrar tu cumpleaños en diferentes lugares del mundo y eso es lo que me pasa a mí, casi siempre coincide con nuestro viaje de verano!!! 

Nos despertamos temprano y bajamos a desayunar ya que también lo teníamos incluido esta vez, el desayuno también es un buffet y está bastante bien. 
Hacemos el check-out en el hotel y dejamos algunas cosas en la recepción para recoger cuando volvamos a por nuestro coche, tenemos hasta después de comer para visitar la ciudad antes de partir hacia Kanazawa donde teníamos que devolver el coche y tomar el tren con destino a Kioto. 

Salimos del hotel caminando y nos damos cuenta de que Takayama es una ciudad especial, parece como si hubiésemos retrocedido en el tiempo. Nos dirigimos hacia el santuario Takayama Jinja, el cual albergó las oficinas del soghunato Tokugawa durante el período Edo. Antes de entrar en el santuario paseamos entre el mercado matinal de Jinja-mae Asaichi que se encuentra el la plaza que hay justo delante. 


Para entrar al santuario Takayama Jinja hay que pagar un ticket de 430 yenes. 
El edificio principal data de 1816 y se usó hasta 1969, en su interior se visitan varias salas y un bonito jardín. 

Al salir del santuario nos vamos hasta el famoso puente Nakabashi, con su característico color rojo, del que disfrutar de unas bonitas vistas. 


Al cruzarlo nos encontramos con el barrio más conocido de la ciudad, el barrio Sanmachi Suji, un barrio por el que perderse paseando y disfrutar de cada uno de los rincones que nos ofrece. 
El barrio lo componen principalmente tres calles, la calle Ichinomachi, la callle Ninomachi y la calle Sannomachi. 
En este barrio podemos encontrar preciosas viviendas del período Edo que están perfectamente conservadas, hoy en día la mayoría son tiendas de recuerdos, destilerías de sake y restaurantes. Así que nos dejamos llevar y nos perdemos por allí. 

Las tiendas dedicadas al mundo del sake las podemos reconocer por la gran bola de ramas de cedro que cuelga de sus puertas y que se denomina sugidama. Recomiendo pasar a una de ellas y verlas por dentro, son auténticos museos del sake en los que puedes ver cómo se fabrica, se almacena y la gran cantidad de variedades que hay. 



Las calles estaban decoradas con preciosos artículos ornamentales, la verdad es que no sabemos qué fiesta había tenido lugar en días anteriores para que todo estuviese tan bonito, o quizás siempre esté así….


En muchas tiendas del barrio se puede comprar un recuerdo de la típica muñeca de Takayama, se llama saru-bobo y es de color rojo, con las manos y pies en forma de pico y con ropa en color azul o negro. Según dicen, es lo más parecido a lo que las abuelas de la época del período Edo hacían a los niños con telas que tenían en casa. También se regalaban a las mujeres para desearles un feliz matrimonio. Una de sus características es que no tienen cara. 
Como es un amuleto muy famoso en Japón, nosotros también nos compramos una sarubobo, bueno en realidad dos, una de imán para nuestra colección y otra para nuestro árbol de navidad, no será muy navideña pero a mi me gusta como queda allí. 


Otra de las atracciones de Takayama es dar un paseo por la ciudad en rickshaw, nosotros no lo hicimos, pero tiene que ser bastante chulo, aunque me temo que también bastante caro. 

Pero lo que sí hicimos es probar cosas típicas de la ciudad, teníamos pensado ir a comer carne de Hida, pero antes había que degustar también otras cosas jajaja.
Probamos galletas de arroz y la típica bola rellena de carne que se puede encontrar por diferentes puntos de la ciudad y que estaba riquísima. Aunque también le fuimos echando el ojo a otras cositas que nos encantaron!!


Incluso pasamos a degustar sake en una de los locales especializados, era un lugar muy especial, se respiraba un aire antiguo encantador y el señor que lo regentaba nos atendió de maravilla. Pedimos dos sakes que fuesen flojitos, aún no habíamos comido bien jejeje, y nos puso uno que estaba bastante bueno, aunque no me aficionaría nunca a esta bebida, creo yo jejeje. 
Además era un lugar que había obtenido varios galardones!!



Continuamos paseando y llegamos hasta una calle con soportales en los que se encuentra también un gran número de comercios y restaurantes típicos. Además nos vino bastante bien para refugiarnos del calor. 

Y a la vuelta de la esquina nos encontramos con una calle con una decoración muy colorida  y con alguna de esas cosas frikis que les gustan tanto a los japoneses, bueno y a nosotros un poquito también.


Llegamos hasta la preciosa puerta de entrada del templo Takayama Betsuin, pero no llegamos a entrar porque vimos que estaba en plena restauración.

Se estaba acercando la hora de comer, así que continuamos dando un paseo por el encantador entramado de calles, cruzando alguno de sus puentes característico y disfrutando de alguna de las calles más tranquilas, más residenciales y con menos turistas en las que también encontramos preciosos rincones. A nosotros nos gusta perdernos un poquito, salirnos de lo más turístico y buscar….. y la verdad es que no nos va nada mal así!!




Ya con bastante hambre, nos disponemos a buscar un lugar donde comer algo de ternera de Hida famosa en esta zona. La idea inicial era ir a comer una hamburguesa de esta ternera al conocido Center4 Hamburgers, pero no teníamos reserva y ya no quedaban hamburguesas de esta preciada carne, así que justo al lado encontramos un sitio que nos gustó y acertamos! Un local tranquilo donde nos comimos un roll de carne de ternera de Hida a muy buen precio, un «sushi» de esta ternera también y unas cervezas Kirin. La carne estaba espectacular, sobre todo las porciones de «sushi».




Las dos señoras que atendían se portaron fenomenal, les sorprendía que estuviésemos allí y hacían preguntas sobre nuestro estilo de vida aquí. Su atención fue inmejorable, así que si vais por allí, es una opción muy buena para comer.




Por la mañana, habíamos visto un puesto de brochetas de ternera en una de las calles principales, así que para terminar nuestra comida y despedirnos de Takayama, fuimos a por un par de ellas. Tengo que reconocer que estas brochetas fueron de las cosas más ricas que comimos durante nuestro viaje.


Ahora sí que tocaba iniciar el camino de regreso al hotel, así que volvemos a cruzar el puente para ir hasta el último lugar que visitaríamos en esta ciudad, el templo Hida Kokubun-ji, el más antiguo de Takayama. Los edificios principales del mismo, que databan del siglo VIII fueron arrasados en un incendio, el más antiguo que podemos ver hoy en día es del siglo XVI. 

En el patio destaca su pagoda de tres niveles y delante se encuentra un árbol ginko biloba que lleva allí nada más y nada menos que 1200 años. Me encanta este tipo de árbol por la forma de sus hojas y porque siempre se ha relacionado con la cultura japonesa.




Recogemos a shinchan en el hotel y nos vamos hasta la aldea tradicional de Hida no Sato que está situada a poca distancia de Takayama. Se puede llegar andando desde la estación y también en buses que salen de la misma cada 30 minutos.
Este museo al aire libre exhibe un gran conjunto de casas tradicionales de esta zona, de estilo gassho-zukiri que habíamos visto también en nuestra visita a las aldeas de los alpes japoneses y que han sido llevadas hasta la aldea Hida no Sato para su mejor conservación. 
La entrada cuesta 700 yenes y está abierto desde las 8.30 de la mañana hasta las 17 horas. El coche lo dejamos en el parking que es gratuito


El lugar es precioso y muy tranquilo, casi no había visitantes en el momento que llegamos nosotros. Desde la propia aldea se pueden ver alguna de las atracciones de la ciudad de Takayama.



Las casas típicas se disponen alrededor de un gran lago, lo que le da al lugar un encanto especial. Se pueden visitar alguna de las granjas típicas, en las que se pueden ver objetos cotidianos y hacerte una idea de cómo era la forma de vida de estas poblaciones y cómo vivían sus habitantes. 
Hay senderos por los que pasear y que te llevan a cada una de las construcciones. 






Le puedes dedicar incluso una jornada completa, pero nosotros teníamos que volver a Kanazawa para coger el tren shinkansen que nos llevaría hasta Kioto, así que después de dar una vuelta, ver el interior de algunas casas y disfrutar del precioso paisaje, tenemos que dejar Hida no Sato para seguir con nuestra ruta. 
A la salida nos cruzamos con unos japoneses que llevaban cómodamente a su perrito de paseo, e incluso vestido como si fuese un bebé, no serían los únicos que viésemos durante el viaje, en Japón se puede ver de todo!!! 


Tras unas dos horas de camino, devolvemos sin problemas nuestro Shinchan y nos vamos a la estación desde donde, puntualmente, sale nuestro tren. Kioto nos espera!!!
Desde el tren disfrutamos de un precioso atardecer….



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