Berlín, además de ser la capital de Alemania, es una de las ciudades con mayor carga histórica de Europa, una ciudad en la que aún se pueden ver las huellas de esa parte de la historia que jamás debe volver a repetirse, una ciudad moderna que conserva un aire de cierta nostalgia que a nosotros nos ha encantado.
Nosotros sólo estuvimos tres días en la ciudad, pero si los aprovechas bien, te pueden dar para ver las cosas más importantes de la ciudad y, por supuesto, irte con las ganas de volver.
Comenzamos la visita por uno de los edificios más representativos e importantes de la capital, el Reichstag, el Parlamento alemán. Este edificio fue diseñado por Paul Wallot y terminó de construirse en 1894. En 1933 fue víctima de un gran incendio del que nunca llegó a conocerse su autor y durante la Seguna Guerra Mundial, el la Batalla de Berlín, fue escenario de duros combates quedando seriamente dañado. En la época de 1960 se realizaron las reformas más urgentes, pero fue durante la época de los 90 cuando el edificio adquirió la imagen que tiene hoy en día, gracias a las obras del famoso arquitecto británico Norman Foster, responsable, sobre todo, de su impresionante cúpula a la que se puede acceder.
En su interior, hay una zona en la que se conservan como parte de la historia, las huellas que dejaron los soldados soviéticos que allí permanecieron durante un un tiempo.
También en el sótano del edificio, se puede apreciar una obra de arte en forma de cajas metálicas, que representan a cada uno de los miembros que han formado parte del Parlamento alemán, entre ellos se encuentra Adolf Hitler.
Desde una zona a la que se puede acceder, se observa el Parlamento propiamente dicho, la sala donde se reúnen los parlamentarios a debatir sobre el futuro del país y también del resto de Europa.
Y accedemos a lo que para mí es la parte más interesante de la visita a este edificio, su espectacular cúpula, que como había dicho anteriormente es obra del arquitecto Norman Foster. En dicha cúpula destacan sus paredes transparentes y el ingenioso sistema de espejos que transporta luz natural al salón de plenos que habíamos visto antes y el cual se encuentra justo debajo. Se puede subir hasta la parte más alta a través de una rampa elíptica a la vez que vas observando las vistas de la ciudad y del propio interior del edificio.
Muy cerca se encuentra la también conocidísima Puerta de Branderburgo. Era la puerta de la muralla de la ciudad, se construyó en 1789 y se coronó con una cuádriga de bronce que transporta a la diosa Victoria. Su cometido era comunicar, a través de un paseo de tilos, la avenida Unter den Linden, el Palacio Real con el Tiergarten, que era el jardín que servía como coto de caza para los reyes y que hoy, es uno de los parques públicos más bonitos de la ciudad.
Con la construcción del Muro de Berlín en 1961, la Puerta quedó en tierra de nadie, sin acceso desde el este ni desde el oeste.
Hoy en día es punto de encuentro de numerosos artistas callejeros que buscan hacerse una foto con los turistas a cambio de alguna moneda.
Muy cerca se encuentra el Monumento a las Víctimas del Holocausto, del arquitecto Peter Eisenman. Este curioso monumento, está formado por 2711 bloques de hormigón organizados en filas y columnas que recuerdan a un cemeterio.
Eisenman explica que su obra es como un laberinto desde el interior, y pretende reflejar y hacer sentir a los visitantes la misma angustia y desorientación que padecieron los prisioneros de los campos de concentración. Los 2711 bloques de hormigón, son de diferentes alturas, desde a ras del suelo, hasta casi dos metros de altura, están situados en lo que hasta hace muy poco era un gran descampado que existía entre la Puerta de Branderburgo y la Potsdamerplatz, muy cerca de donde se encontraba la Cancillería del Tercer Reich y del búnker en el que se suicidó Adolf Hitler, bastante irónico verdad?
Ya empezamos a ver al famoso «Ampelmann» o el hombrecito del semáforo. Su historia es bastante intereresante. Su imagen surgió en la RDA, y fue creada en 1961 por el psicólogo Karl Peglau, el cual trabajaba en el sector de tráfico y quiso insertar este muñeco ya que no existían semáforos para peatones. A pesar de las circunstancias de la época, quiso que el muñeco resultase atractivo sobre todo a los niños, por eso hizo un muñeco parado con los brazos extendidos en el momento de parar la marcha, y un muñeco con sombrero, paso dinámico y brazos en movimiento, cuando el peatón podía iniciar la marcha.
Con la reunificación de las dos partes de Alemania, la RDA y la RFA, se pretendía eliminar todo aquello que tuviese que ver con la antigua RDA, menos mal que un diseñador, atraído por la imagen de estos muñecos, salvó algunos de ser totalmente destruidos. Tras dos años de lucha y debates, los habitantes de Berlín lograron que permaneciese la imagen de este simpático muñeco de los semáforos, hoy se ha convertido en todo un logotipo que aparece en muchos de los souvenirs de la ciudad.
Avanzamos por Unter den Linden el bulevar más famoso e importante de Berlín, significa «Bajo los tilos». En esta gran avenida se encuentran edificios como la embajada rusa, la Universidad Humboldt, la Biblioteca y la Neu Wache, entre otros.
El edificio de la Neue Wache, la nueva guardia, es un importante referente del estilo neoclásico alemán. Hoy es un monumento que recuerda a las víctimas de la guerra, en su interior se encuentra una escultura del autor Käthe Kollwitz que simboliza a una madre con su hijo muerto en los brazos. Curiosamente esta escultura está expuesta a la lluvia, nieve, frío y demás condiciones del clima, de alguna manera para recordar todo lo vivido por los berlineses durante la Segunda Guerra Mundial.
Continuamos nuestra visita por la cercana Bebelplatz, plaza conocida por el gran acontecimiento que tuvo lugar la noche del 10 de mayo del 1933, cuando fue el escenario de una gran hoguera en la que se quemaron miles de libros de algunos autores censurados por los nazis. A modo de homenaje se puede ver en un lado de la plaza, un agujero en el suelo tapado con un cristal desde el que se observan unas estanterías vacías.
En la misma plaza se encuentra la Catedral católica de Santa Eduvigis, una de las más antiguas de la ciudad.
Antes de continuar visitando la ciudad, hacemos un alto en el camino para comer. La gastronomía alemana nos gusta bastante, sobre todo su cerveza!!!
Ya con el hambre saciado, continuamos paseando y conociendo nuevos lugares. Llegamos hasta la Gendarmenmarkt, una de las plazas más espectaculares de la ciudad. A ambos lados de la misma se levantan dos iglesias gemelas, la catedral francesa y la catedral alemana.
En esta época del año en la que nosotros visitamos Berlín, en el centro de la plaza había instalado un tradicional mercadillo navideño.
Ha comenzado a llover y hace bastante frío, así que decidimos ir a ver uno de los museos más importantes de la ciudad y así también refugiarnos un poco, se trata del Neus Museum, donde se encuentra, entre otras muchas obras valiosas, el famoso busto de la reina Nefertiti.
Está situado en la isla de los Museos y en su interior se puede apreciar un recorrido por la historia de la humanidad.
Después de pasar un buen rato en el Neus Museum empapándonos de cultura de las diferentes civilizaciones, nos vamos a otro de los puntos más famosos de la ciudad. El paso Checkpoint Charlie entre los sectores soviéticos y americano de Berlín. Fue escenario de importantes tensiones durante la Guerra Fría.
Era el más famoso de los puestos fronterizos del Muro de Berlín y fue demolido después de la caída del mismo, aunque posteriormente fue reconstruido a modo de museo con una de las casetas de control que formaban parte del él.
La razón de su nombre tiene que ver con el alfabeto fonético que utilizaban en la OTAN, así al ser el tercer puesto fronterizo, su nombre comenzaba por C, siendo Alpha y Bravo, el primero y el segundo respectivamente.
A los habitantes de la ciudad no es un lugar que les guste mucho, debido fundamentalmente a que se ha convertido en una atracción turística perdiendo un poco el verdadero significado del lugar.
Cerca de este punto, se encuentra la exposición «Topografía del Terror» que documenta de una forma muy extensa, los horrores de la historia alemana del siglo XX. Esta exposición se encuentra en el lugar que ocuparon los calabozos de la Gestapo.
Al salir del edificio donde se encuentra la exposición, nos encontramos con un trozo original del Muro de Berlín, así como con una larga línea de adoquines situada en el mismo lugar en el que estuvo construido el Muro. Por un momento podías hacerte una foto con pie en la RDA y otro en la RFA…..
Para terminar la jornada, nos fuimos a disfrutar de uno de los muchos mercadillos de navidad que hay en la ciudad, además de ver los puestos y de comprar algún detalle, aprovechamos para cenar allí, con un ambiente espectacular y con un frío que calaba los huesos….
Ya bastantes cansados nos retiramos a nuestro hotel, el NH Berlín Alexanderplatz, un hotel con todos los detalles de un NH, y bastante bien situado, justo enfrente había una parada de tranvía desde el que podías llegar a todos los puntos importantes de la ciudad.
Y ahora sí tocaba dormir, al día siguiente nos esperaba de nuevo la ciudad!!1