No es que de repente estemos locos y nos hayamos ido desde Estados Unidos a Barcelona a tomar unas tapas, no, es que en New Haven hay un restaurante español bastante bueno que se llama así, Barcelona, donde fuimos a cenar ayer domingo después de haber pasado una agradable tarde en las playas de West Haven.
Hay que reconocer que las playas, tanto de West Haven, como las de New Haven, no son de las mejores de la costa este, están situadas en el Long Island Sound (el estrecho de Long Island), por lo que no son playas que den directamente al océano, lo que hace que el agua no sea de la mejor calidad, pero suficiente para pasar una tarde de verano y refrescarse un poco, ya encontraremos mejores playas en nuestra ruta por New England a finales de este mes.
Como había dicho al inicio de este post, elegimos para cenar el restaurante Barcelona y no nos defraudó, siempre está lleno, sea el día de la semana que sea, la verdad es que a los americanos les gusta bastante nuestra comida y no es algo que me extrañe sino que me alegra. El restaurante destaca por su extensa carta de vinos, de los cuales los vinos españoles son de los más valorados, y en este caso los rioja son los más conocidos por aquí. Nosotros decidimos tomarnos unas cervezas con unas tapas mientras observamos lo que comen en las mesas que tenemos cerca, muchos optan por cenar paella, una de las especialidades del restaurante a pesar de llamarse barcelona, quizás sea uno de los platos más conocidos de nuestra gastronomía y hacen bastante negocio con ello, pagar $25 por una ración de paella ya está bien. Las tapas que elegimos para cenar son también bastante típicas, unas patatas bravas, unos calamares rebozados, unas croquetas de jamón y pollo y unas gambas al ajillo, quizás estas últimas fueron las que menos nos gustaron, no por el ajillo que estaba muy rico, si no porque las gambas no eran de las mejores para este plato, aquí no fallaba la elaboración del plato, fallaba la calidad del producto principal.
Antes de servir la comida, en todas las mesas ponen un pequeño plato con aceite de oliva, de muy buena calidad por cierto, y pan, y podéis imaginar el resto, si el caso es que comer bien le gusta a todo el mundo, el problema es que el aceite de oliva virgen extra aquí es un artículo de lujo y una botella de 750 ml cuesta alrededor de $10, nosotros no hemos renunciado a este manjar en nuestra estancia en Estados Unidos, podemos pasar sin comer jamón ibérico durante una temporada, más que nada por no arruinarnos, pero la botella de aceite de oliva virgen extra fue de las primeras cosas que compramos al llegar a nuestro apartamento.
El tipo de comida y la forma de servir las tapas, me recordó mucho al restaurante Jaleo que el conocido chef español Jose Andrés tiene en Washington, en el cual tuvimos la suerte de comer en nuestro viaje por la Costa Este hace unos años.
No había terminado de comerme mi última gamba, cuando veo que a la mesa que tenemos al lado le llevan de postre un chocolate con churros, ¡Oh my God!, yo creo que hasta la gamba dio un salto en mi estómago, Diego y yo nos miramos y con esa mirada lo dijimos todo, que noooooooo, que el chocolate con churros no se toma de postre de una cena, se toma para desayunar y sobre todo se toma para merendar en una fría tarde de invierno….. Después de un plato de paella, se comieron un chocolate con churros, no podemos negar que hicieron una cena «española», pero a su manera, claro está. Nosotros fuimos un poco más clásicos y pedimos el flan catalán, una mezcla entre flan y crema catalana que la verdad es que estaba delicioso.
Ya hemos probado los dos restaurantes españoles que hay en New Haven y la verdad es que no sabría con cuál quedarme, los dos hacen que nos podamos sentir muy orgullosos de nuestra gastronomía, si no puede ser por otras cosas, al menos que nos valoren por nuestra comida.