El Gran Cañón del Colorado

Había llegado uno de los días que más habíamos esperado, tocaba la visita a uno de los puntos claves, a uno de los Parques Nacionales más conocidos de Estados Unidos, al Gran Cañón del Colorado, una maravilla de la naturaleza formada por el río Colorado a lo largo de millones de años, el cual a su paso ha ido erosionando la roca dejando a la vista un auténtico espectáculo para la vista. Por muchas imágenes que hayas visto antes, hasta que no estás en el borde del mismo no llegas a ver su grandiosidad, a sentir aquello por lo que fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1979.
Nosotros empezamos por Mather Point, uno de los miradores con los que cuenta el Parque, desde el que puedes ver unas vistas fascinantes. 

El Cañón es enorme, en algunos puntos puede alcanzar casi los 2500 metros de altura, es alucinante el poder del agua erosionando la roca. La luz quizás no era la mejor, pues el sol era muy intenso y los colores de la roca no lucían en todo su esplendor, pero aún así se distinguía ese color rojizo que le da nombre al lugar.

Nosotros dedicamos la visita al South Rim, el borde sur, ya que la zona norte del Cañón queda bastante más alejada ya hay que bordear todo el Parque, lo que supone hacer más de 380 kilómetros. Por lo que pudimos ver en la información que entregan en el centro de visitantes, el South Rim es de lo más visitado y desde donde se obtienen las vistas más espectaculares, pero no serían las mejores que tendríamos ese día, jejeje. El día antes en Williams dudamos de si reservar un vuelo en helicóptero, así que antes de entrar en el Parque paramos en el aeropuerto donde se encuentran algunas de las compañías de helicópteros que hacen los tours. Tras preguntar en varias, elegimos Papillon, sobre todo por el horario y también por el precio.  Hicimos el tour al medio día, como he dicho antes puede que haya momentos con una luz más bonita, pero a nosotros nos venía muy bien para continuar después con nuestro viaje y llegar a ver el atardecer a Monument Valley.
Tras unos cambios, Diego tuvo la suerte de hacer de copiloto en el vuelo, con lo que además de disfrutar del paisaje a nuestros pies, también disfrutó del helicóptero preguntando al piloto todo lo que pudo.
En cada helicóptero viajamos seis personas más el piloto, y tienes buenas vistas desde cualquier asiento, sin duda desde el aire obtienes unas vistas inolvidables pese a las turbulencias que sufrimos debido a las altas temperaturas.

Llegamos hasta la zona norte del Cañon, donde hay bastante vegetación y luce con otros colores diferentes a la zona sur.

Antes de continuar con nuestra visita por el Parque Nacional del Gran Cañón paramos a comer en un restaurante cercano al aeropuerto, donde disfrutamos de unas riquísimas hamburguesas a la parrilla.

Continuamos hacia el este para parar en el mirador Desert View, desde el que hay una amplia vista del Gran Cañon así como del río Colorado el cual, tras una serie de curvas, cambia su rumbo hacia el norte.

En este mirador se encuentra una réplica de una torre de vigilancia de los indios Anasazi, civilización que desapareció completamente antes de la llegada de los europeos a América. Vivieron en esta zona de Colorado, Utah, Arizona y Nuevo México y dejaron monumentos arqueológicos de gran valor.

Teníamos que irnos ya para llegar a disfrutar del atardecer a otro de los lugares típicos de la ruta del oeste.  Tras dos horas y media de viaje llegamos a Monument Valley, se encuentra ya en el estado de Utah y es una de las imágenes más reconocibles del oeste americano, el hogar de los indios navajos, donde el país pierde toda la modernidad que le caracteriza para dar paso a un escenario de película western donde los tonos rojizos son los protagonistas, en la siguiente entrada del blog hablaré de este fantástico lugar y de uno de los alojamientos más espectaculares.

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