De Rennes al Mont Saint Michel

Esa mañana dejamos Rennes y continuamos nuestra ruta por la Bretaña, la mañana estaba fresca y había una especie de neblina que daba más encanto al paisaje que nos encontramos en el camino. 


Teníamos por delante un día muy interesante, visitamos pueblos preciosos, comimos como  si no hubiese mañana uno de los manjares de la zona, vimos un menhir gigante y terminaríamos el día en uno de los lugares más mágicos que encontramos, no sólo en nuestra ruta por la Bretaña, si no en todas las partes del mundo que ya hemos tenido la suerte de visitar, el Mont Saint Michel. 

Nuestra primera parada fue Combourg, donde se encuentra el famoso castillo vinculado al escritor francés Chateubriand, quien vivió allí parte de su infancia. 
Es un pequeño pueblecito con una calle principal llena de comercios encantadores, de esos de las puertas de entrada de madera color pastel que tanto me gustan!!! Hasta la visita al castillo, damos una vuelta por el pueblo y aprovechamos para desayunar algo en una de las cafeterías. Es de esos lugares tranquilos que atraen nada más llegar. 


Dando un paseo llegamos hasta el monumento más importante de la ciudad, su famoso castillo medieval, declarado Monumento Histórico. No sólo merece la pena ver el edificio en sí, si no los impresionantes jardines que hay alrededor del mismo. Para visitar el interior hay que sacar un ticket y se visita en grupo, mostrándote parte de los lugares donde el escritor Chateubriand vivió durante algunos años. 


Una vez en el interior del castillo también hay muy buenas vistas de los jardines, así como del encantador Combourg en su conjunto. 


Continuamos con la ruta hasta la localidad de Saint Suliac, un típico pueblo de pescadores en el que muchas de las fachadas de sus casas de piedra, están adornadas con redes de pesca que los propios pescadores cuelgan para que se sequen al sol, lo que le daba un aire muy marinero. Algunas de estas casas son del siglo XIV y XV.
Saint Suliac se encuentra en los llamados «pueblos más bellos de Francia»

Pasear por sus calles es una gozada ya que a cada paso te puedes encontrar con rincones encantadores, de esos que quieres llevarte inmortalizados en una foto por si algún día te haces una casa igual, jejeje. 

Visitamos su iglesia, una construcción del siglo XIII de la que destaca su torre fortificada. En su interior se sigue manteniendo una decoración que hace alusión al mar, así, junto con vírgenes y otras tallas, encontramos maquetas de barcos.

Al lado de la iglesia se encuentra el pequeño cementerio que, junto con la propia iglesia, han sido declarados Monumentos Históricos. 


Saint Suliac se encuentra en el estuario que forma la desembocadura del río Rance, merece la pena acercarse hasta el puerto de amarre de las barcas.



Nuestro siguiente destino es un pueblo conocido por un manjar gastronómico, ¡Las ostras!, Cancale es sin duda la capital de esta exquisitez de la zona. La ostra de Cancale tiene una forma plana y está considerada como una de las mejores del mundo. 
Llegamos a Cancale a la hora de comer, así que tras aparcar bien el coche, nos fuimos caminando hacia la zona donde se encuentran los puestos que forman el pequeño mercado de ostras, está situado junto al faro.


Lo mejor de este mercado es que puedes comprar una docena de ostras a un precio muy asequible, dependiendo del tamaño, nosotros las compramos de 6 €, y nos las comimos sentados en el mismo paseo, no éramos los únicos, allí había mucha más gente degustando este molusco que dicen es tan rico por las aguas que bañan la Bahía del Mont Saint Michel. Yo no es que sea muy experta en ostras, vamos ni mucho ni nada, pero puedo decir que estaban exquisitas, tanto que nos comimos la primera docena y nos fuimos a por otra!!! 

 No os preocupéis por no llevar herramienta para abrir las ostras, en el mismo puesto o las abren y os dan un limón sólo por 50 céntimos más, así que sólo hay que preocuparse de buscar un sitio para sentarse y a disfrutarlas!!!




Cancale no da para mucho más tiempo, disfrutamos de las vistas de su puerto y paseamos un rato antes de partir hacia nuestro siguiente destino del día. 


Llegamos a Dol de Bretagne y aparcamos nuestro coche en la misma plaza donde se encuentra su joya arquitectónica, la Catedral de Saint Samson, un templo de grandes dimensiones y el mejor ejemplo de arte gótico de toda Bretaña. 
Esta Catedral fue construida entre los siglos XII y XIV sobre las ruinas de un templo románico, durante los siglos posteriores su construcción avanzaba hasta que por falta de dinero se paralizó, de ahí que una de sus torres quedase inacabada. 



En su interior destacan las vidrieras, las cuales aportan una luz muy bonita al templo, con una gran nave central y dos naves más separadas por esbeltas columnas. 


Pero en Dol de Bretagne no sólo está su Catedral, hay que dar un paseo por su calle principal «Rue des Stuarts» para disfrutar del conjunto de casas de entramado de madera que te hace retroceder en el tiempo. 




En la misma calle entramos en un mercado de productos típicos de la región, nos encanta este tipo de mercados donde además de comprar algún producto rico de la zona, puedes hablar con los productores e incluso probar in situ alguno de estos productos. Esa vez salimos con dos yogures de leche de cabra artesanales que tomamos como merienda, bueno eso y alguna cosilla más…. 




A unos 2 kilómetros al sur de Dol de Bretagne se encuentra uno de los menhires más importantes de Bretaña y declarado como Monumento Histórico. Se trata del Menhir du Champ Dolent, con 9,5 metros de altura y más de 150 toneladas de peso. Hay algo mágico entorno a estas obras megalíticas, siempre me pregunto cuál será su significado.




Para esta noche habíamos reservado una habitación en una casa rural cerca del Mont Saint Michel, ya que alojarse en el propio monte era prohibitivo para ese momento. La casa estaba genial y nuestra habitación era muy acogedora. 




Dejamos nuestras cosas en la habitación y enseguida nos fuimos hacia Mont Saint Michel, uno de los lugares más impresionantes en los que hemos estado, un lugar del que sin duda tendremos para siempre un recuerdo muy especial.
Está declarado como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde 1979. 


Dejamos el coche en un aparcamiento habilitado (cuando nosotros fuimos todavía no habían terminado la pasarela, ahora será diferente) y fuimos caminando hasta allí. También había autobuses lanzadera incluidos en el precio del aparcamiento,  que hacían el recorrido desde el aparcamiento hasta la entrada, pero la luz que había era preciosa y decidimos caminar para ir disfrutando de la vista, y qué vistas!!! La silueta del Mont Saint Michel se hacía cada vez más presente y nosotros estábamos emocionados, era uno de los lugares que siempre habíamos querido visitar. 
Para este día daríamos un paseo y cenaríamos allí, al día siguiente lo volveríamos a visitar por la mañana cuando estuviese abierta la abadía, por eso en la siguiente entrada hablaré un poco más sobre este lugar. 




Entramos y en ese momento tienes la sensación de entrar a un recinto especial, bueno en realidad lo es. Su calle principal está llena de tiendas y de restaurantes, nosotros elegimos uno con vistas a la bahía. 


Desde allí podíamos ver cómo había excursiones que, con la marea baja,  se adentraban caminando por las arenas de la bahía. 
El Mont Saint Michel está rodeado de una extensa bahía que cuenta con las mareas más fuertes de toda Europa, tanto es así que en algunos momentos llega a rodearse completamente de agua convirtiéndose en una pequeña isla, durante nuestra visita no ocurrió.




Si de día es espectacular, por la noche parece un lugar sacado de cuento, cuando ya todos los turistas se han ido a sus lugares de alojamiento (nosotros nos resistíamos a irnos y aguantamos un ratito más), entonces puedes caminar por sus calles prácticamente vacías con una tenue iluminación que hace más misterioso el lugar, es entonces cuando adquiere un encanto realmente especial, llegando a sentir un halo de misterio.
No queríamos irnos de allí, pero teníamos que tomar el autobús lanzadera hasta el aparcamiento, de noche y sin luz no nos apetecía volver caminando los 2,5 kilómetros que lo separan. 


El caso es que hasta que llegamos a la parada de autobuses, volvimos muchas veces la vista atrás!!!


Al día siguiente volveríamos!!!






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4 comentarios en «De Rennes al Mont Saint Michel»

  1. Que ganas de ir!!! Nos quedan unos dos meses… Visitaremos la abadia por la noche que hay tours, y hemos cogido un hotel dentro del mont st michel… Así que aprovecharemos a disfrutar de sus calles cuando se vayan la mayoría de turistas!!!

    Responder
    • Qué bien que os podáis alojar allí!!! cuando se vayan la mayoría de turistas, las calles se quedan vacías y es el momento más "mágico" para disfrutar de este lugar.
      A nosotros también nos queda muy poco para irnos a Tailandia y aún nos quedan mil cosas por preparar jejejeje, pero bueno, dejaremos también algo para improvisar!!
      Un beso!!!

      Responder
  2. hola hola estamos visitando el castillo en este mes por mis 50 años y volamos a rennes para manejar dedes alla al castillo me has ayudado cantidad con tu fotos y anectotas creo que seguiremos tu ruta …. gracias

    Responder

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