Dinan 

El plato fuerte del día iba a ser la visita a una de las ciudades medievales más bonitas de Bretaña, situada en el Departamento de Côtes d’Armor, Dinan, una pequeña ciudad sobre una colina con un gran patrimonio artístico e histórico que le confiere un encanto especial. En ella encontramos una gran cantidad de casas de entramado de madera y con tejados puntiagudos en muy buen estado de conservación. Sus plazas, torres, murallas, entramado de callejuelas y puertas, hacen que en un agradable paseo te sumerjas en un ambiente medieval.

El día anterior llegamos ya de noche a nuestro alojamiento en los alrededores de Dinan, se trata de la Gîte de France Le Mare, en Trèvron, donde nos esperaba una coqueta y encantadora habitación. 

Dinan era nuestra primera parada, pero teníamos por delante un día muy interesante en el que disfrutamos de unas vistas espectaculares. 

Nada más aparcar el coche nos encontramos con un gran mercado de productos de la zona, y como nos encantan este tipo de mercados, no nos lo pensamos dos veces y nos perdemos un rato entre sus puestos. Frutas, verduras, embutidos, quesos, productos del mar…. ¡Qué gran variedad! 


Después del rato de mercado, y de comprar algunas cosas para hacer un pequeño picnic para comer,  nos adentramos en el conjunto de callecitas medievales, llenas de casas de entramado de madera y de rincones encantadores. 

Llegamos hasta la Place des Cordeliers con las típicas casas de madera, bastante antiguas, y con porches en la planta baja. Esta plaza era el centro de la ciudad antigua y en esta zona era donde se ubicaban los comerciantes y artesanos.




Llegamos hasta la Iglesia del Salvador, un templo construido en el siglo XII sobre una antigua capilla románica,  aunque ha sido reconstruida posteriormente. No tiene un solo estilo arquitectónico, si no que en su construcción podemos observar elementos románicos, góticos e incluso barrocos. 
De su interior destacamos las impresionantes vidrieras que aportan una luz mágica al templo.


Merece la pena acercarse hasta la parte de atrás de la iglesia, donde se encuentra un jardín inglés y desde donde se obtienen muy buenas vistas del puerto de Dinan y de la parte baja de la ciudad. 


Para tener una visión general de Dinan y ver cada uno de sus monumentos y el conjunto de calles medievales, nada mejor como subir hasta su torre más famosa,la Torre del Reloj, Tour de l’Horloge, situada en la calle del mismo nombre. Data del siglo XV y durante el reinado de Ana de Bretaña se autorizó la instalación de una campana dándole así a la torre el rango de Campanario. Dicen que la vida de los habitantes de la ciudad sigue el ritmo de la campana de la torre del reloj, que suena cada 15 minutos. 
Cuando subes por las escaleras de la torre puedes observar la maquinaria del reloj Hamzer, llamado así en honor a su creador, un relojero alemán que trabaja en Nantes. El reloj fue fabricado en 1498.

Desde su mirador también podemos ver el Castillo de Dinan  del que destaca la gran Torre del Homenaje de la duquesa Ana de Bretaña.


Una vez abajo seguimos recorriendo las calles de Dinan, disfrutando del buen ambiente que ofrecen sus artistas callejeros y de los rincones encantadores que tiene esta ciudad.


Una de las calles más famosas de la ciudad es la Rue du Jerzual, que une la ciudad alta con la ciudad baja y el puerto. Es una calle empedrada y muy empinada con un buen conjunto de casas antiguas. En la antigüedad era la vía principal de la ciudad. En la calle se encuentra la puerta del mismo nombre, construida en los siglos XIII y XIV forma parte de la muralla que servía para proteger la ciudad. 



Desde la puerta de Jerzual se puede subir a las murallas de la ciudad y hacer un recorrido, es la opción que nosotros elegimos para ver algo más de la ciudad antes de marcharnos. 


Desde allí visitamos la Iglesia de Saint Malo, una iglesia del siglo XII de estilo gótico flamígero. 
En su interior también destacamos las vidrieras que en este caso representan la vida de los habitantes de Dinan, así como de diferentes motivos religiosos y elementos históricos.  Posee un gran órgano que ha sido catalogado como Monumento Histórico. 


Con gran pena dejamos Dinan y nos vamos hasta nuestro siguiente destino situado en un paraje espectacular:

Fort La Latte 
Se trata de una fortaleza del siglo XIV que se encuentra junto al mar, en la llamada costa Esmeralda.
El fuerte fue mandado construir por Stephen III Goyon para proteger la zona de invasiones de sus vecinos ingleses, es la típica imagen de fortaleza defensiva, construida por encima del nivel del mar, entre acantilados, murallas, etc., lo que hacía bastante difícil poder acceder. 
En verano está abierto todos los días y un amplio parking para dejar los vehículos. La entrada son 5,50 €, para los horarios en otras épocas del año podéis ver su página web aquí. 
Antes de visitar el fuerte, buscamos un lugar donde hacer nuestro «picnic» con los productos que habíamos comprado en el mercado de Dinan, y vaya si lo encontramos!!! Un pequeño bar con unas mesas de madera fue nuestro restaurante de lujo improvisado, allí compramos dos cervezas bretonas y nos sentamos a degustar nuestro manjar. 


 Después de sanciar nuestro apetito y nuestra sed, ahora sí podíamos ya visitar castillos!!!


Los dueños del lugar, los Goyon señores de Matignon, tuvieron un destino asombroso.En el siglo XVIII, Jacques de Goyon adquirió un palacete en París que llamó con el nombre de su tierra bretona y que llegó a ser residencia del primer ministro. En 1775 su hijo se casó con Louise Grimaldi, hija del príncipe de Mónaco, desde entonces, siempre que hay un nacimiento principesco, repican las campanas de la iglesia de Fort La Latte.




Nuestra siguiente parada se encuentra a tan sólo 4 kilómetros del castillo, 


Cabo Fréhél (Le Cap Fréhel)
Por una carretera de costa llegamos hasta el Cabo Frehel guiados siempre por su faro, reconstruido en 1950 y que luce espléndido junto a otro pequeño faro de 1695 que funcionaba con carbón y después con aceite de pescado, iluminando a las embarcaciones que se acercaban hasta la escarpada costa. 


El lugar es una importante reserva natural y ornitológica, un lugar donde residen cientos de parejas de aves anidadoras como el cuervo marino, la gaviota tridáctila entre otras. 

Era momento de partir hacia nuestro siguiente destino donde teníamos el alojamiento para esa noche. Ya casi llegando paramos en un lugar del que no teníamos mucha información  y que sin embargo, a mí al menos, me encantó. Se trata de las ruinas de la Abadía de Beauport, fundada en 1202, esta abadía prosperó durante siglos como puerto y posada de los peregrinos ingleses que se dirigían hacia Santiago de Compostela. Durante la Revolución fue fábrica de pólvora, pero por suerte no fue destruida en su totalidad, al menos hoy podemos visitar sus ruinas, un lugar envuelto en un halo de misterio.

Fue declarada Monumento histórico y eso ha hecho que hiciesen algunos trabajos de conservación, aunque podemos ver cómo la naturaleza crece a sus anchas entre los muros. 



Aquí dejo un pequeño mapa de dónde está situada la Abadía, cerca de la localidad de Paimpol.





Cuando nosotros llegamos ya estaba cerrado el acceso, así que tuvimos que conformarnos con ver sólo una pequeña parte. Si os gustan los lugares con historia, los lugares en los que se respira un ambiente especial, no os podéis perder la visita. Para comprobar los horarios visitar su página web


El alojamiento para esa noche estaba en Ploubazlanec, en el hotel Les Agapanthes, un lugar muy bonito donde pasar una noche en una ruta por la Bretaña. 





Sólo dejamos nuestras cosas y nos fuimos antes de que el sol se escondiera por completo, queríamos ver el atardecer en un lugar que no sabíamos si íbamos a ser capaces de encontrar. Hacía tiempo que había visto una postal con una casa entre dos rocas, me gustó tanto que me obsesioné con la idea de que tenía que verla, pero poca información sobre la situación encontraba y nuestro GPS tampoco lo tenía como atracción cercana. Pero fueron tantas las ganas que le pusimos, bueno eso y que Diego se orienta de maravilla, que al final dimos con ella, es ESPECTACULAR, un lugar muy especial que nos regaló imágenes muy bonitas de un atardecer en un entorno precioso. 



Para verlo hay que llegar hasta Castel Meur, cerca de la Pointe du Château, el cabo más septentrional,  allí se encuentra la Maison entre Les Deux Rochers, la diminuta casa encajada entre dos moles de granito. 
Aquí dejo una vista de dónde se encuentra la casa entre las piedras.



Para cenar nos fuimos hasta la localidad de Tréguier, donde destaca su catedral gótica de Saint Tugdual, la cual se construyó sobre los cimientos de una capilla románica del siglo XII. Antes de sentarnos a cenar, damos una vuelta por el pueblo, es bastante pequeño, así que enseguida tienes una idea general. Posee un bonito conjunto de casas medievales de entramado de madera.


Para cenar elegimos una crepería que se encontraba justo al lado de la catedral, unos mejillones, un crep salado y uno dulce para compartir fueron nuestra cena en un entorno encantador, acompañado de una sidra bretona de la que estábamos empezando a «ser dependientes» jejejeje. 

Y después del intenso día nos vamos a descansar, al día siguiente continuaríamos con nuestra ruta por la Bretaña, aún nos quedaban muchas cosas por disfrutar. 




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