En nuestro camino hacia la Bretaña Francesa hicimos una parada en la preciosa ciudad de Burdeos, ya que era demasiada distancia para recorrer en un solo día desde casa hasta nuestro primer destino ya en la bretaña. Reservamos una noche en el Grand Hotel Francais de la cadena Best Werstern y aprovechamos para ver la ciudad. 

Sabíamos que en un solo día era imposible conocer todo lo que ofrece Burdeos, pero nos dejamos llevar e intentamos ver las cosas que nos diese tiempo. Burdeos es una ciudad para pasear, para caminar entre sus calles de su encantador casco histórico declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2007, y bien merecido la verdad, porque los rincones que encuentras en esta ciudad no son para menos. 
Llegamos sobre el medio día, así que nos fuimos directamente a dejar el coche y nuestras cosas en el hotel. El hotel estaba en una ubicación inmejorable, en pleno casco antiguo de la ciudad y perfecto para conocer lo más destacado de esta zona. Nuestra habitación daba a la Rue du Temple, donde se encuentra la entrada del mismo. Es un hotel clásico pero con gusto, desde luego que lo recomiendo para una visita a la ciudad. 

Antes de comenzar a visitar la ciudad decidimos comer, no buscamos mucho y nos quedamos en la misma calle del hotel, en un restaurante que tenía una pequeña terraza en la calle y en el que comimos de maravilla.  Tengo que reconocer que la gastronomía francesa es espectacular!!!
Y ya repuestos, comenzamos nuestra visita a la ciudad!!!
Llegamos a la Catedral de San Andrés, de estilo gótico, es uno de los monumentos que forman parte del conjunto Patrimonio de la Humanidad de la ciudad. 

La torre campanario conocida como Pey-Berland está separada unos metros del edificio principal, se puede acceder y tras subir los 231 peldaños por una escalera de caracol, se sale a un mirador desde el que se obtienen las mejores vistas de la ciudad, no sólo porque se ve gran parte de la ciudad, si no porque también se ve parte de la propia catedral. 

Tanto la catedral como su torre campanario se encuentran en una amplia plaza donde también se encuentra el edificio del Ayuntamiento de la ciudad, lo que fuese el Palacio Rohan construido en el siglo XVIII como palacio episcopal.

Nos adentramos en el casco histórico, en su encantador entramado de callecitas buscando los rincones más encantadores, algo que en esta ciudad no es nada complicado.

La Plaza de la Victoria con su particular Arco de Triunfo, conocido como la puerta de Aquitania, es una de las plazas más animadas de la ciudad. 

Enseguida nos encontramos con la con la Puerta de la Grosse Cloche (la gran campana),  la torre campanario del siglo XV situado junto a la la Iglesia de San Eloy, era el antiguo ayuntamiento medieval.  En ella destaca su campanario y su precioso reloj astronómico del siglo XVIII.
La verdad es que es una gozada pasear por el casco histórico de Burdeos, por el encantador barrio de Saint Pierre, con su entramado de callejuelas. Merece la pena fijarse en las fachadas de los edificios, algunos son verdaderas obras de arte del siglo XVIII. 

Llegamos hasta la espectacular Basílica de Saint Michel, cuyas obras se iniciaron en 1350 y tardaron 200 años en concluirse, al menos el resultado mereció la pena. Al igual que la catedral, el campanario de Saint Michel se encuentra separado de iglesia, y con sus 114 metros es el más alto de Francia.

A poca distancia llegamos hasta la orilla del río Garona con su Puente de Piedra construido por orden de Napoleón y para el que necesitaron una importante obra de ingeniería para levantarlo debido fundamentalmente a la fuerte corriente del río Garona. Consta de 17 arcos, uno por cada letra de su nombre (Napoleón Bonaparte)

Avanzamos por un agradable paseo paralelo al río hasta llegar a una de las zonas más famosas de Burdeos, su espectacular Espejo de Agua que, con sus grandes dimensiones (3450m2), se ha convertido en el más grande del mundo. Fue construido en el 2006 y ya forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la ciudad.

Una calurosa tarde de julio, el espejo del agua estaba lleno de gente refrescándose, niños jugando, y mucha gente queriendo llevarse una imagen del lugar más fotografiado de Burdeos.

Justo detrás se encuentra la Plaza de la Bolsa, construida en el siglo XVIII se ha convertido en el emblema de la ciudad fuera de ella. En el momento de su construcción se deja un poco al lado el Burdeos medieval para dar paso a esta construcción que se convirtió rápidamente en todo un símbolo para la ciudad. 
En ella se sustituyó en 1869, la estatua de Napoleón por la Fuente de las Tres Gracias. 

Muy cerca de esta plaza se encuentra la Puerta de Cailhau, una puerta defensiva construida en 1494 y que formaba parte de las murallas de la ciudad, y que permaneció en pie tras el derribo de éstas. De estilo gótico-renacentista,  n ella se encuentra una escultura del rey Carlos VIII.
Esta puerta te lleva del encantador barrio de Saint Pierre hasta la rue de Sainte Catherine. 
Seguimos disfrutando de los encantadores rincones que nos encontramos en el casco histórico de la ciudad. 

Llegamos a una de las zonas más señoriales de la ciudad, con preciosos edificios neoclásicos del siglo XVIII. Allí se encuentra el Maison du Vin, donde pueden realizarse catas del famoso vino de Burdeos (otro motivo más para volver). 

El Gran Teatro de Burdeos, se encuentra en la Plazce de la Comedié, con una espectacular fachada neoclásica, es considerado por muchos el más importante de Francia. Fue diseñado por  Victor Louis en siglo XVIII y actualmente es la Opera Nacional de Burdeos. Su interior está construido completamente en madera, lo que proporciona una acústica excepcional, nos hubiese encantado poder visitar su interior, pero así ya tenemos excusa para volver nuevamente a la ciudad.
Seguimos avanzando y llegamos hasta la Plaza de Quinconces, una de las plazas más grandes de Europa. El monumento principal de la misma es el Monumento a los Girondinos, víctimas de la Revolución Francesa. Este monumento está compuesto por una gran fuente y una columna en la que se encuentra la Liberté rompiendo sus cadenas representando el espíritu de la libertad. 
Para cenar, habíamos seleccionado un restaurante del que habíamos oído hablar en un programa de televisión. Se trata del famoso restaurante L’Entrecote, en el cual no se puede reservar, así que hay que tener un poco de paciencia y ponerse a la cola. Nosotros no esperamos hasta muy tarde por si teníamos que esperar mucho, pero la verdad es que tuvimos bastante suerte y empezaron a llamar para mesas de dos personas, la mayoría de la gente que teníamos delante eran grupos de tres o más, así que la espera no fue para tanto. 
Su menú es bastante sencillo, riquísimos entrecotes elaborados a la piedra con su famosa salsa, cuya receta guardan en secreto como la de la coca cola, acompañado por patatas fritas. El precio es bastante razonable para la ciudad, como unos 20 euros por persona, aunque claro, depende del vino que se consuma, la carne estaba bastante buena.

Después de nuestra cena, la visita a la ciudad de Burdeos estaba llegando a su fin, había sido un día muy intenso caminando por las encantadoras calles de la ciudad. Un tranquilo paseo nocturno nos llevó hasta nuestro hotel, había que descansar pues por delante teníamos una espectacular ruta por la Bretaña Francesa que relataré muy pronto!!!

Volveremos a Burdeos!!!

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