Cracovia presume de ser la primera ciudad de Polonia en cuanto a patrimonio histórico se refiere, y razón no le falta, su centro histórico quedó prácticamente intacto tras los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial y hoy podemos disfrutar de una de las ciudades medievales más bonitas de Europa. 

Llegamos a la estación de tren de Cracovia procedentes de Varsovia, en un tren que habíamos reservado previamente en el momento en el que preparamos el viaje, cosa que recomiendo. La estación de tren está muy cerca del centro de la ciudad, por lo que se puede ir caminando sin ningún problema. Lo primero que hicimos fue dirigirnos a nuestro hotel a dejar las maletas antes de disponernos a conocer la ciudad. 
El hotel elegido es el Ascot Hotel, un hotel bastante sencillo, pero con una situación muy buena a dos pasos del centro histórico. 

El primer lugar al que nos dirigimos fue a la plaza principal de la ciudad, la Rynek Glowny (Plaza del Mercado), el lugar al que conducen todos los caminos de la ciudad vieja. Es una de las mayores plazas medievales de Europa, de ello te das cuenta en cuanto empiezas a pasear por ella. 
Desde cualquier punto de la plaza puede verse el enorme edificio Sukiennice (la Lonja de los Paños), cuya edificación principal data de 1319 cuando era un edificio gótico de ladrillo que posteriormente se reformó  en estilo renacentista y al que en el siglo XIX se le añadieron los pórticos neogóticos, las pequeñas torres y las portadas centrales. En su interior hay numerosos puestos de artesanía y de productos locales y de otras ciudades polacas, sobre todo puestos de venta de ámbar, algo más típico del norte del país y que veríamos en los siguientes días. 
Merece la pena dar un paseo por su galería interior en busca de algún objeto de recuerdo o simplemente para disfrutar de su ambiente. 
En la Plaza del Mercado también se encuentra la Wieza Ratuszowa (torre del ayuntamiento), es el único testigo que queda del edificio del ayuntamiento, el cual fue derribado en 1820. Esta torre fue construida en 1383 en estilo gótico, también es conocida como la Torre del Reloj. 
Al lado de esta torre se encuentra una de las esculturas más famosas de la ciudad, se trata de una cabeza tumbada obra del escultor polaco Igor Mitoraj, la escultura recibe el nombre de «Eros Bendato», se instaló allí para una exposición y después el autor la donó a la ciudad de Cracovia.
También en esta plaza se encuentra la iglesia de San Adalberto (ya no pongo los nombres en polaco, únicamente cuando sea imprescindible). Es una de las iglesias de piedra más antiguas de Polonia, data del siglo IX. 
Pero si hay un monumento que destaca por encima de todos en esta inmensa plaza, es sin duda la impresionante Iglesia de Santa María con su fachada barroca y sus dos torres de diferente altura. Ha sido el símbolo de la arquitectura polaca durante siglos. El porqué de la diferencia de altura de las dos torres queda explicada en esta triste leyenda:
«La burguesía de Cracovia encargó la construcción de las dos torres a dos hermanos arquitectos, cada hermano se encargaría de la construcción de una de las dos torres. Durante la construcción, los dos hermanos competían por ver cuál de las dos torres era más alta y bonita, a la vez que era terminada en el menor tiempo, tal era la rivalidad que el hermano mayor, viendo que su hermano podía construir una torre más alta, tuvieron una discusión que acabó con la muerte del hermano menor a manos de su propio hermano, el cual le clavó un cuchillo y arrojó su cuerpo al Vístula. El hermano mayor no tuvo mejor suerte, el remordimiento que sentía por tal atroz acontecimiento, hizo que se suicidase tirándose desde la torre que él mismo había construido»
Pero aquí no terminan las historias en torno a las torres de esta iglesia. Cada hora en punto un corneta sale a una de las ventanas de la torre más alta y toca un fragmento del himno Hejnal Mariacki, el cual se tocaba para alertar a la población de posibles invasiones y peligros. En 1241, la persona que se encargaba de vigilar desde la torre divisó que un ejército tártaro se acercaba a la ciudad, con su corneta tocó el «Hejnal», pero no pudo terminarlo pues fue alcanzado con una flecha lanzada por el ejército invasor, aún así, cuentan que mucha gente pudo huir de la ciudad y salvar sus vidas. 
Hoy cada hora suena el «Hejal», pero no para alertar de invasiones, sino para conmemorar aquel momento histórico, también hoy se interrumpe la melodía como en aquel fatídico día del siglo XIII. 
El interior dela iglesia de Santa María está ricamente decorado con frescos e iluminado por unas vidrieras góticas que están consideradas como las más bellas de Europa. 
Avanzando por una de las calles principales que salen de Rynek Glowny llegamos hasta la famosa puerta de San Florián, una de las ocho puertas defensivas que existían en la ciudad y la que servía de entrada al Camino Real. 
A ambos lados de la puerta quedan restos de la antigua muralla de los siglos XIII y XIV, hoy sirven como escaparate para que artistas locales expongan sus obras. 
Nada más cruzar la puerta nos encontramos con otra edificación defensiva que servía como protección adicional a la Puerta de San Florián. Se trata de la Barbacana, construida en 1499. 
Desde aquí dimos un paseo para ver esta parte de la ciudad fuera del centro histórico, en la que también podemos encontrar lugares bastante interesantes como el Teatr Juliusza Slowackiego (Teatro Juliusz Slowacki), construido en 1893 según el modelo de la Ópera de París y de la de Viena. 

Volvemos a Rynek Glowny disfrutando de encantadores rincones y nos sentamos en una terraza a tomar un café con una porción de tarta. 
Y allí permanecemos un rato descansando y disfrutando del ambiente que se respira en la plaza, el ir y venir de gentes locales y turistas, de las calesas con caballos, de los músicos callejeros, del mercado medieval que está instalado en la plaza…. 
Después del descanso nos vamos a conocer uno de los barrios más conocidos de la ciudad, Kazimierz, el barrio judío de Cracovia.
De camino pasamos por una de las iglesias más famosas de la ciudad, la Iglesia de San Pedro y San Pablo, con una preciosa fachada barroca, construida en el siglo XVII por los jesuitas a imagen y semejanza de su sede el la ciudad de Roma. 
En su fachada se pueden ver las esculturas de piedra de los doce apóstoles.
En la misma plaza y contrastando con esta iglesia barroca, se encuentra la Iglesia de San Andrés (por algo Cracovia es también llamada la ciudad de las 200 iglesias), una iglesia románica del siglo XI, siendo uno de los edificios más antiguos de la ciudad. 
Enseguida empezamos a ver y a percibir un ambiente diferente, estamos entrando en uno de los barrios más visitados actualmente por las connotaciones históricas que tiene. Se trata del barrio judío de la ciudad, Kazimierz. En un primer momento se trataba de una ciudad independiente de Cracovia, que recibió el nombre de su fundador, Casimiro III el Grande (Kazimierz), quien le dio ciertos privilegios como por ejemplo tener su propio mercado. 
En el siglo XV se estableció en esta zona una importante comunidad judía, muchos de ellos de origen serfardí que huían de España tras su expulsión, allí vivían en armonía con los cristianos en zonas relativamente cercanas separadas por la famosa Ulica Józefa, una de las calles principales del barrio. Aquí llegó a establecerse la mayor comunidad judía de toda Europa. 
Fue en 1800 cuando Kazimierz dejó de tener su independencia y pasó a ser un barrio de Cracovia, hasta que durante la ocupación nazi en la Segunda Guerra Mundial, el barrio fue totalmente destruido por los alemanes los cuales trasladaron a los más de 60.000 judíos a un gueto a orillas del Vístula. 
La verdad es que es impresionante pasear por este barrio sabiendo la historia que tiene a «sus espaldas» y sobre todo el horror que allí vivió no hace tanto tiempo. 
Desde la emisión de la película «La lista de Schindler», muchos visitantes de la ciudad empezaron a interesarse por este barrio, en concreto con los escenarios que aparecen en dicha película. 
Después de la guerra el barrio judío era un lugar abandonado y triste, pero poco a poco volvió a recobrar vida y a repoblarse hasta convertirse en un lugar muy animado lleno de locales de restaurantes, bares, tiendecitas chulas y rincones realmente encantadores.

Aún hoy pueden visitarse varias sinagogas de las muchas que coexistieron en su momento en el barrio.
Entre ellas se encuentra la Sinagoga Vieja, la cual está en una de las calles más significativas del barrio, la calle Szeroka. Esta sinagoga fue construida a principios del siglo XV en estilo gótico. Es el edificio judío más antiguo de toda Polonia, aunque ha sufrido mucho a lo largo de los siglos. Durante la Segunda Guerra Mundial quedó parcialmente destruida, aunque fue restaurada y hoy alberga un museo dedicado a la historia y cultura judía.

La sinagoga  y cementerio Remuh, es la única que sigue en activo en la ciudad. Fue construida en el siglo XVI cuando la sinagoga Vieja se empezó a quedar pequeña para albergar a todos los judíos que habitaban el barrio.

Cruzando el puente Powstancow se encuentra la Plaza de los Héroes del Gueto, Plac Bohaterów Getta, en la que se encuentra un memorial bastante emotivo en forma de sillas que recuerda a las víctimas que allí esperaban para ser deportadas a los campos de concentración y exterminio.

Entre 1941 y 1943 se creó el Gueto de Cracovia y allí fueron confinados todos los judíos de la ciudad.
En esta misma plaza se encuentra la Apteka Pod Orlem (farmacia Bajo el Águila), fue la única que gestionada por un polaco mantuvo su servicio dentro del gueto administrando los medicamentos, los alemanes tenían miedo a la propagación de enfermedades que se sucedían en el gueto a consecuencia de las condiciones de vida a las que estaban sometidos los más de 15.000 judíos que allí vivían. Roman Polansky fue uno de los niños judíos que sobrevivieron en este gueto.
Todavía permanecen algunas de las casas que sirvieron de hogar para los miles de judíos, lugares que expropiaron a polacos para hacinar allí a esta comunidad.

Cerca de la Plaza aún se conserva parte del muro que separaba el Gueto del resto de la ciudad, una placa conmemorativa recuerda este hecho.

No se puede decir que sea un lugar bonito de visitar, pero sí imprescindible por la historia que contienen cada una de sus paredes. Creo que es importante que la gente lo vea y por un momento intente pensar lo que allí se desarrolló durante unos años y sobre todo el dolor al que fueron sometidos miles de personas únicamente por su condición, ahora que el mundo anda un poco revuelto deberíamos tener esto más presente que nunca para que jamás vuelva a ocurrir.

La visita deja un poco «plof» y el tiempo tampoco es que estuviese acompañando demasiado, la verdad, se había puesto a lloviznear y hacía cierto fresco, un ambiente melancólico envolvía la ciudad.

Poco a poco comienza a anochecer y volvemos al centro de la ciudad para buscar un restaurante donde cenar. Encontramos uno encantador, Wesele, una típica taberna con las paredes de madera, donde cenamos de maravilla después de un día agotador.

Y ya cansados nos vamos a dormir, aún nos quedaban muchas cosas más para visitar al día siguiente, junto con alguna excursión de la que hablaré más adelante!!

MªÁngeles. 

Compartir:

Deja un comentario

Posts relacionados

Córdoba, planes para una escapada especial

Nuestra escapada a Córdoba ha sido especial por varios motivos, celebrar nuestro aniversario era el principal, pero también ha sido «volver a viajar» y eso, después de la situación por la que aún estamos pasando cobra un sentido muy especial. Reconozco que preparé la maleta con una ilusión especial, con los nervios previos a un gran viaje,

LEER MÁS

La Gran Nevada

Así la han llamado y no es para menos, la tormenta «Filomena» cubrió de blanco gran parte de nuestro país como nunca  antes se había visto en algunas zonas del mismo.  Estábamos avisados, era muy probable que nevase en la Comunidad de Madrid, pero otras veces había avisos también y luego ni un copo asomaba

LEER MÁS

Dos días por el Delta del Mekong

Estando en Ho Chi Minh no queríamos dejar pasar la oportunidad de visitar uno de los lugares más singulares del país, el Delta del Mekong.  Vimos diferentes opciones, pero no nos apetecía hacer una excursión en grupo de un día en la que todo está muy programado, así que lo organizamos por libre, pasando una

LEER MÁS

Ho Chi Minh, visitar en un día la antigua Saigón.

La antigua Saigón no es de esas ciudades de las que te enamoras a primera vista, ni siquiera sé si podría llegar a amarla alguna vez como me pasa con otras ciudades, pero reconozco que a pesar de su caos, tiene lugares interesantes que merece la pena visitar.  Era nuestra última parada en Vietnam y

LEER MÁS